Los policías agarraron sus rifles de asalto con fuerza mientras observaban como los hombres llenaban tanques de plástico y los cargaban en docenas de camionetas en un campo de maíz en el centro de México. Aunque se estaba cometiendo un delito ante sus propios ojos, los agentes dijeron que era una situación demasiado peligrosa para implicarse.