El crecimiento de la producción de gas y petróleo en Vaca Muerta que se mantiene hace unos años se explica por diversos elementos, aunque hay uno que sobresale del resto: la evolución de la curva de productividad de los pozos de shale en Neuquén. El enfoque de la industria en prolongar la vida útil de cada perforación se tradujo en más barriles y metros cúbicos. ¿Cómo fue el progreso en los últimos años?
Dos de las principales características de los pozos de shale es su elevada producción inicial y su “rápido” declino. A medida que se masificó la actividad en la cuenca, las petroleras y empresas de servicio se enfocaron en normalizar el pico de los volúmenes extraídos y también en desacelerar la caída de los rindes en el tiempo.

Los datos oficiales dan cuenta de que la industria logró avances en ambas direcciones, por un mayor conocimiento de los procesos y un robusto avance en términos de eficiencia. En otras palabras, significa que los pozos de Vaca Muerta son cada vez más productivos lo que se traduce, entre otros factores, en menores costos y más ingresos.

En el caso del petróleo, el crecimiento año a año en la extracción acumulada por pozo es más escalonada que en el del gas, aunque en ambos segmentos se evidenció un crecimiento.

Los datos se desprenden de los registros de la secretaría de Energía. También de una recopilación que realizó la consultora especializada del sector, Economía y Energía (E&E) que lidera Nicolás Arceo.

Vaca Muerta: los pozos de petróleo producen un 27% más que en 2019

El creciendo récord de la producción de petróleo en Vaca Muerta se puede analizar desde diversas aristas y unas de ellas es la producción acumulada durante los primeros 12 meses de vida de un pozo.

Para tener de referencia, en 2019, la producción acumulada a un año de que se conectó un pozo petrolífero de shale fue de 212.000 barriles.

A pesar del complejo escenario que se vivió en 2020, por el impacto de la pandemia, este promedio se elevó a 232.000 barriles. En 2021 volvió a escalar y arrojó un promedio de 250.000 barriles.

La tendencia se sostuvo en 2022 y 2023, aunque a un menor ritmo: en el primer caso, las extracciones acumuladas en el período señalado alcanzaron la media de 258.000 barriles. Mientras que el año pasado el acumulado cerró con el registro más alto hasta la fecha que fue de 269.000 barriles.

En síntesis, lo que muestran los números es que entre 2019 y 2020 la producción acumulada a un año de la puesta en marcha de un pozo creció casi un 9,5% y entre 2022 y 2023 un 4,3%. Mientras que entre 2019 y 2023 el crecimiento es de casi un 27%, un claro ejemplo de cómo evolucionó el sector, en los últimos años.

Vaca Muerta: fuerte crecimiento de los pozos de shale gas

En el caso del gas también se evidenció un crecimiento importante en la producción acumulada a 12 meses de operación de un pozo de shale, aunque con algunas particularidades propias del segmento.

Según los registros oficiales en 2019, y a 12 meses de su puesta en marcha, un pozo de shale gas producía unos 66 millones de metros cúbicos de gas. Un año después, el acumulado descendió a 63 millones de metros cúbicos.

La caída está vinculada al impacto de la pandemia y a las posibilidades de almacenamiento y exportación disponibles: mientras el petróleo se acopiaba en buques de exportación, la caída en el consumo y la falta de infraestructura obligó a cerrar pozos, algo que condicionó seriamente al sector.

En 2021, la producción acumulada en el período mencionado ascendió a 97 millones de metros cúbicos, mientras que en 2022 a 102 millones de metros cúbicos. Durante el primer trimestre de 2023 el promedio fue de 103 millones de metros cúbicos.

Los volúmenes registrados durante el primer trimestre de 2023 respecto a 2019 significan un incremento del 56%, mientras que sobre 2022 un salto de apenas 1%.

Fuente: Agencias