Producido con caña de azúcar, maíz y derivados, el etanol es el biocombustible que se perfila como una solución sencilla, eficiente y competitiva en el esfuerzo por descarbonizar el planeta. Ya consolidado en el mercado, este combustible renovable es una de las razones por las que Brasil se convirtió en el epicentro de una ronda de inversiones por valor de R$ 117 mil millones de grandes fabricantes de vehículos, un volumen récord.
El programa Mover del gobierno federal fue el catalizador de este movimiento al promover varios inductores e incentivos. Las aportaciones se realizarán hasta 2030 y abarcarán nuevas plantas industriales y el desarrollo de una nueva generación de coches híbridos.

Esta es una victoria de la matriz energética brasileña. El país fue pionero en energías renovables hace casi medio siglo, en 1975, con la creación de Proálcool. En ese momento, Brasil importaba el 80% de sus combustibles, hoy es un exportador neto. El programa fue creado para proteger al país del aumento de los precios del petróleo.

Necesitamos celebrar. Inicialmente, Proálcool consistía únicamente en agregar etanol a la gasolina. Con el tiempo empezó a ocupar espacios, con el desarrollo de los motores de alcohol. El primer prototipo flex apareció en 1994. En 2005, Embraer anunció la producción de un avión propulsado por etanol.

Los villanos del calentamiento global son los combustibles fósiles. ¿Y los vehículos con motor de combustión se encuentran entre los principales responsables de las emisiones de CO? Una solución sugerida es la sustitución de los motores de combustión por motores eléctricos. Sin embargo, la matriz energética de varios países todavía se basa en el carbón y otros combustibles fósiles. Los coches eléctricos no emiten gases directamente, pero sí la energía utilizada en estos países.

El camino pragmático sería que las diversas matrices coexistieran para mitigar los costos e impactos de la transición energética. El etanol se convierte así en una solución rápida y económica entre varias alternativas. La convergencia anunciada por los fabricantes de automóviles, el gobierno y el sector azucarero y alcohólico es una brújula que apunta en la dirección correcta. Encaja en la agenda de prioridades que comienza con el crecimiento económico. El desarrollo moderno es lo que genera empleos, ingresos y medidas para combatir la crisis climática.

Resulta de la confianza en el futuro. Y la confianza es la suma de coraje empresarial, estabilidad macroeconómica y políticas que buscan el consenso. Este contexto brinda innumerables oportunidades para Brasil, un país que ofrece soluciones económicas, prácticas y opciones viables de transición energética, como el etanol.

Por Luiz Carlos Trabuco Cappi Presidente del Consejo de Administración de Bradesco

Fuente: Estadão