La tendencia global en el sector energético es de un creciente consumo de gas con suministros congelados Carlos Schwartz La marcha del mercado global de gas natural licuado (GNL) ha continuado con firmeza durante el año pasado con un crecimiento de la demanda de 29 millones de toneladas hasta los 293 millones de toneladas. Esta evolución ha desafiado las previsiones de muchos analistas que esperaban un menor ritmo de expansión. 
TNS LATAM
 
El incremento de la demanda coincide con el final de los grandes proyectos de extracción y licuefacción de gas como los de Australia y otras regiones ricas en gas. El elemento de fondo en el desarrollo de la demanda de gas es su sinergia con las energías renovables que se han convertido en la elección política para reducir la contaminación de la atmósfera a escala global. El gas opera como combustible de generación complementario por su bajo nivel de emisiones a la energía renovable que es por esencia discontinua. Japón sigue ocupando el primer lugar como importador de GNL mientras que China se ha colocado segunda desplazando a Corea en este ránking durante 2017 debido a los intentos del Gobierno chino por mejorar la calidad del aire. Por regiones el norte de Asia es el primer importador de GNL seguido del sur de Europa. Mientras el primer exportador mundial de GNL es Australia, seguido de Estados Unidos y en tercer lugar por África. Pero los datos disponibles demuestran que la nueva capacidad de licuefacción de gas añadida al sistema tocará su máximo en 2020 mientras que el comercio mundial seguirá creciendo. De acuerdo con el informe Escenario de Nuevas Políticas energéticas de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) en torno a 1.000 millones de personas carecen actualmente de acceso a la energía eléctrica mientras que otros 1.000 millones padecen un suministro irregular o deficiente.
 
De acuerdo con este informe el crecimiento de la demanda entre 2015 y 2040 será del 30%. Mientras tanto el consenso internacional es que para mitigar el cambio climático sería necesario reducir las emisiones anuales de CO2 a 18.000 millones de toneladas de los 32.000 millones de toneladas registrados en la actualidad, objetivo para el cual el gas es indispensable.
 
Según las previsiones de Royal Dutch Shell, el principal productor de gas a escala internacional, serán necesarias inversiones por varias decenas de miles de millones de dólares para el desarrollo de nuevos proyectos de producción y licuefacción de gas para evitar que a partir del 2020 el estancamiento del suministro ocasione tensiones de precios en los mercados globales del gas. El mercado en la actualidad recibe su nuevo flujo de gas de los grandes proyectos desarrollados en Australia en la última década y que han entrado en funcionamiento en los últimos dos años. La otra fuente que ha hecho un aporte al suministro tradicional de gas es la producción no convencional de Estados Unidos.
 
Pero el continuado incremento de la demanda va a desbordar el suministro. El incremento del suministro registrado en los últimos dos años no tiene precedentes y ha sido resultado de la entrada en producción de proyectos como los de Gorgon y Wheatstone en Australia operados por Chevron, pero el mercado los absorbe “cómodamente” de acuerdo con el director de trading y comercialización de gas de Shell, Steve Hill. Los grandes productores de gas como Chevron, Shell, Total, ExxonMobil frenaron su inversión en nuevos proyectos de extracción y licuefacción de gas a partir de la caída de los precios del crudo en el verano de 2014 pero con la preocupación central de que los grandes proyectos ya en desarrollo provocarán grandes excedentes en el mercado aplastando los precios del GNL.
 
Los precios del gas cayeron en paralelo a los del crudo pero el mercado ha pegado la vuelta durante 2017 también en el precio del gas. Este hecho además del notorio incremento de la demanda en el último año ha llevado a Shell a reconsiderar su política respecto de nuevas inversiones en el sector. En los útimos dos años la oferta de gas ha crecido en 50 millones de toneladas por año producidos por los proyectos que entraron en operación en ese periodo pero cuyas inversiones fueron decididas hace ya años. Por el contrario en los últimos dos años se han aprobado proyectos que suponen un incremento de la oferta de solo 7 de millones de toneladas anuales.
 
De acuerdo con Maarten Wetselaar, director del negocio integrado de gas de Shell, sería necesario aumentar el suministro anual de gas en 200 millones de toneladas para 2030 lo que requeriría 20 nuevos proyectos a un coste estimado de 10.000 millones de dólares cada uno. Los complejos de explotación de gas cuentan con plantas de licuefacción y terminales portuarias en las que el gas licuado y almacenado a muy bajas temperaturas queda listo para ser transportado en buques especiales denominados metaneros. Shell tiene en estudio nuevas plantas de producción en Estados Unidos, Canadá, Indonesia, Tanzania y Australia.
 
Wetselaar admitió que Shell tiene capacidad para acometer nuevas inversiones en el sector del gas en la medida que se acerca a la finalización de sus proyectos en curso como el Prelude en Australia, pero señaló que antes debe completar los estudios destinados a reducir el coste de sus proyectos. La demanda global de gas va a crecer a una tasa anual del 2% entre 2017 y 2035 equivalente al doble que la tasa de incremento de la demanda global de energía. En Asia la tasa de aumento de la demanda de gas será del 3% anual.
 
Mientras tanto la demanda de gas en China creció un 50% solo el año pasado reflejando el esfuerzo del Gobierno para sustituir el carbón por el gas en la generación eléctrica con el objetivo de reducir la contaminación del aire. El club de las grandes empresas de la energía, en particular las petroleras, apuestan a una persistencia del gas en la generación de energía y los motores por su bajo nivel de emisiones durante la combustión.
 
En la medida que el mercado de GNL se ha hecho más complejo, con un mayor número de partícipes y de suministradores, las expectativas de menores precios ha empujado a un mercado cada vez más global a acortar los plazos de los contratos. Los compradores de gas se han orientado por los precios de referencia en el corto plazo y spot y tienden a cerrar sus contratos sobre estas cotizaciones. Esto ha creado un elemento de incertidumbre para los suministradores que tienden a cerrar contratos de largo plazo con el objetivo de asegurarse flujos de dinero regulares en el largo plazo imprescindibles para hacer una previsión de ingresos necesaria para acometer proyectos de inversión.