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Las tensiones con Rusia son para Donald Trump un capítulo del pasado. Terminado un G-20 que mostró su distancia con Europa, el presidente de EE UU exhibió ayer al mundo su nueva relación. Poco importó la investigación abierta por la injerencia electoral del Kremlin o los modos despóticos de Vladímir Putin.
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Las tensiones con Rusia son para Donald Trump un capítulo del pasado. Terminado un G-20 que mostró su distancia con Europa, el presidente de EE UU exhibió ayer al mundo su nueva relación. Poco importó la investigación abierta por la injerencia electoral del Kremlin o los modos despóticos de Vladímir Putin.
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