En menos de una década, Uruguay pasó de no tener energía eólica en su sistema eléctrico a estar en el podio mundial por la participación de la generación a partir del viento en su matriz energética. La apuesta por este recurso autóctono, no contaminante y renovable es parte de un programa nacional de desarrollo de energías renovables no convencionales, que también incluye a la energía solar y a la biomasa.
Fuente: La Diaria‎
   
En la actualidad, 26% de la energía eléctrica que consume Uruguay es de origen eólico, habiéndose registrado momentos puntuales en los que más de 80% de su potencia demandada fue generada a partir del viento. Uruguay cuenta con 940 MW de potencia eólica instalada, y la Administración Nacional de Usinas y Transmisiones Eléctricas (UTE) llegará, para fines de 2017, a tener más de 1.400 MW. Cabe destacar que hace menos de diez años toda la capacidad de generación en la red eléctrica de Uruguay (térmica e hidráulica) no llegaba a 3.000 MW.
 
La apuesta por introducir las energías renovables autóctonas no tradicionales (biomasa, solar y, en particular, el viento) en la matriz energética nacional constituyó un paso fundamental hacia la independencia energética del país. Además de reducir la dependencia del petróleo, se reduce la vulnerabilidad al cambio climático y a las sequías que afectan la generación hidroeléctrica, al tiempo que se apuesta por un recurso no contaminante. Pero sobre todo corresponde destacar que, después de la hidráulica -ya explotada al máximo-, la energía eléctrica obtenida a partir del viento es la más conveniente económicamente, aun con precios de petróleo tan bajos como los de la actualidad.
 
La revolución de los molinos
 
La revolución eólica en Uruguay fue posible por la confluencia de diversos factores. Por un lado, el país cuenta con un nivel de viento abundante, con una amplia red eléctrica instalada y conectada a los países vecinos, lo que nos coloca en una posición adecuada para gestionar este recurso. Además, la generación eléctrica en Uruguay tiene un fuerte componente hidráulico que permite compensar las naturales variaciones del viento, inherentemente intermitente.
 
Asimismo, el desarrollo eólico se ha basado en el conocimiento generado en la Facultad de Ingeniería (Fing) de la Universidad de la República (Udelar) a lo largo de décadas de investigación sobre las características del viento, la tecnología necesaria para explotarlo, las regiones más adecuadas, los problemas de interconexión con la red eléctrica y la interacción con el sistema energético. También en esta institución se formaron los técnicos que lideraron la incorporación de la energía eólica a la matriz energética del país.
 
Las primeras evaluaciones sobre el recurso fueron realizadas en la década de 1950 por el ingeniero Emanuele Cambilargiu, quien fue capaz de caracterizar el viento en el territorio de Uruguay. En el mismo período, Oscar Maggiolo y Agustín Cisa lideraron estudios sobre el desarrollo de tecnología apropiada para la explotación del viento como fuente de energía.
 
En 1988, un acuerdo firmado entre UTE y la Udelar posibilitó que técnicos del Instituto de Ingeniería Eléctrica y del Instituto de Mecánica de los Fluidos e Ingeniería Ambiental realizaran una evaluación del potencial eólico para su aprovechamiento integrado a la red eléctrica. Se identificaron sitios potenciales de explotación, se efectuaron mediciones que permitieron diseñar y elaborar el primer mapa eólico del país y se estudió la operación de los aerogeneradores y su interacción con el sistema eléctrico nacional. Convenios subsiguientes posibilitaron estudiar la integración en gran escala, la factibilidad de sistemas autónomos y la interacción entre generadores de distintas fuentes con la demanda.
 
De estos trabajos surgió un aporte particularmente importante de la Fing: el desarrollo de herramientas informáticas de simulación de sistemas de energía eléctrica con la inclusión de energías renovables, herramientas cuyos resultados incidieron decisivamente en el dimensionado de la incorporación en curso y la planificación futura. Cabe destacar también los estudios sobre el funcionamiento de una red en la que gran parte de la energía proviene de fuentes dispersas en el territorio.
 
La primera experiencia en el país con la tecnología la llevó a cabo la Fing en el año 2000 con la instalación del primer aerogenerador de porte en la Sierra de los Caracoles. Este también fue el lugar elegido por UTE para albergar a su primer parque eólico, que se inauguró en 2009 con una potencia total de 10 MW y una integración de cinco aerogeneradores. Los resultados obtenidos fueron tan alentadores que el Programa de Energía Eólica del Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM) se propuso llegar a la incorporación de 300 MW de energía eólica para 2015, cifra que fue revisada hasta alcanzar el actual objetivo de instalar 1.400 MW para fines de 2017.
 
Para terminar de poner en marcha la incorporación de la energía eólica a la matriz energética, el país utilizó múltiples mecanismos: oferta de compra de energía a empresas que se instalaran en el país, instalación de parques eólicos propios de UTE, promoción y gestión de parques mediante captación de ahorro y capital nacional, y sociedades con otros países.
 
Vientos de futuro
 
Las proyecciones actuales muestran al viento como el gran protagonista de la generación eléctrica de Uruguay para los próximos 30 años. El rol desempeñado por la Fing en esta revolución eólica continuará siendo clave, formando técnicos especializados y desarrollando programas de investigación y desarrollo que apuntan a lograr un mejor aprovechamiento del recurso, como el que actualmente se lleva adelante para el Despacho Nacional de Cargas, denominado “Pronóstico Operativo”, que consiste en un conjunto de estudios capaces de predecir el comportamiento del viento con la mayor precisión posible, aspecto fundamental para lograr un abastecimiento de la red eléctrica seguro y rentable.
 
La Udelar transfiere sus conocimientos mediante la formación de personas. En ese sentido, la facultad ha integrado estos temas en varias de sus carreras de grado y posgrado, en una propuesta específica de maestría y doctorado en Ingeniería de la Energía.
 
Comisión de Posgrado en Energía (SCAPA) de la Facultad de Ingeniería