Después de las lesiones y las operaciones, el impacto de su actuación en Río 2016 le cambió la vida; la mirada desde lo psicológico sobre cómo se liberó de las presiones para volver a disfrutar de lo que ama: jugar al tenis.

GLASGOW, Escocia.- Juan Martín del Potro ya no vive en "piloto automático". Él mismo lo confiesa. Los golpes -y las cirugías- le templaron la personalidad, le alteraron la forma de asumir los riesgos, le mutaron el modo de vivir el día tras día. Pese a tener la experiencia de una primera operación -en la muñeca derecha, en 2010-, los tres ingresos en el quirófano por la otra mano lo hicieron tocar fondo. No hallaba soluciones; estaba perdido; estuvo cerca de retirarse. Hoy, casi milagrosamente, todo posee otro color. El público, sus rivales, los auspiciantes, los organizadores de los torneos y la prensa lo ponderan. Todo lo mágico que obtuvo en los últimos meses -la medalla plateada en los Juegos Olímpicos, vencer a Novak Djokovic y Rafael Nadal en Río, llegar a los cuartos de final en el US Open, escalar en el ranking- lo vivió con los ojos humedecidos y palpitaciones, con sensibilidad y felicidad. Ya no tiene 20 años, como cuando ganó el Abierto de los Estados Unidos. El 23 del actual cumplirá 28. Está más maduro, pero no sólo por la caída de las hojas del almanaque. Del Potro se convirtió en un jugador emocional....Siga leyendo>

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