El etanol de segunda generación (E2G), también conocido como etanol celulósico, se perfila como una alternativa prometedora en el escenario energético global. Producido a partir de desechos agrícolas, como el bagazo y la paja de caña de azúcar, el biocombustible ofrece una solución renovable con bajo impacto ambiental, en línea con los objetivos globales de descarbonización.