Actualmente no hay proyectos de fracking en curso en Colombia y las empresas internacionales que buscaron hacerlos se han ido del país. Pero candidatos de la derecha y del centro empiezan a proponer la reactivación de los pilotos que se estructuraron en el gobierno Duque, y que llevan tres años parados. En el trasfondo están los precios crecientes del gas para millones de consumidores, y la idea de que se necesita aumentar la producción de hidrocarburos y conseguir plata ante la situación de crisis fiscal del país.
Entre la izquierda y los movimientos ambientalistas siguen considerando que el fracking tiene unos costos ambientales inaceptables y que retrasa la transición energética. Aunque recientemente también se han abierto grietas entre algunos miembros que lo han empezado a considerar como una opción energética viable.
Idas y venires del fracking en Colombia El camino del fracking en Colombia comenzó durante el gobierno Santos, cuando el Ministerio de Minas y Energía expidió el decreto en 2013 en el que estableció los criterios para la exploración y explotación de hidrocarburos en yacimientos no convencionales.
La fracturación hidráulica, conocida como fracking, es una técnica que permite extraer petróleo y gas de yacimientos con técnicas no convencionales. Consiste en fracturar con una mezcla de agua y arena a alta presión las rocas porosas que están a grandes profundidades para que liberen el gas y el petróleo que está ahí atrapado.
Es una técnica que ha sido cuestionada por sus efectos en los cuerpos de agua a los que se les agregan aditivos químicos y porque varios estudios han probado que está relacionada con un aumento de actividad sísmica en los lugares donde se hacen los proyectos.
En Estados Unidos, el fracking fue la innovación técnica que permitió al país dejar de ser, por primera vez desde los años 70s, un importador neto de energía. La generalización de este método desde la era Obama aumentó en ese país las reservas probadas de gas cerca de un 47 por ciento en cuatro años y en 11 por ciento las de petróleo.
Colombia tomó nota. Desde entonces, se calculan sus potenciales. Por ejemplo, un informe de la Asociación Colombiana del Petróleo y Gas calculó recientemente que con fracking se añadirían 450 mil barriles diarios de petróleo adicionales a la producción anual, que estuvo en 755 mil barriles diarios en el segundo trimestre de 2025. Es decir, que aumentaría más de la mitad.
El presidente Duque había sido ambiguo sobre el fracking. Después de negarlo en campaña, su ministra de Minas y Energía, María Fernanda Suárez, que venía de trabajar en Ecopetrol, decidió convocar una comisión de expertos para recomendar si avanzar o no con la implementación de esa técnica.
La comisión interdisciplinaria con 13 expertos nacionales e internacionales dijo que sí era posible hacer fracking, pero recomendó que primero había que hacer unos Proyectos Piloto que permitieran obtener información sobre su impacto. Con ese guiño, Duque le metió el impulso a dos proyectos pensados para investigar los efectos del fracking (Kalé y Platero, ubicados en Puerto Wilches, Santander). Ambos tenían contratos suscritos con Ecopetrol y Exxon y se encontraron con una fuerte oposición de manifestantes.
El presidente Petro llegó al poder en 2022 con la promesa de prohibir el fracking. Aunque ninguno de los seis intentos logró convertirse en ley, en la práctica tuvo el efecto de desincentivar a las empresas a hacer las inversiones que se requerirían para poner a andar los proyectos piloto. Fue así como quedaron congelados.
A pesar de la negativa al fracking, Ecopetrol, la principal petrolera estatal, usa esta técnica a través de un contrato que tiene con Oxy para explotar yacimientos en el Permian, Estados Unidos. Actualmente es uno de sus activos principales, pues hoy equivale al 15 por ciento de su producción total de hidrocarburos. De hecho, esta es la razón principal por la cual la producción de barriles diarios de la empresa no ha caído, a pesar de que la producción nacional sí lo ha hecho.
Mientras tanto, las compañías internacionales (ExxonMobil y ConocoPhillips) que iban a hacer fracking en el país se fueron de Colombia tras las dudas sobre la viabilidad de los proyectos de gas y petróleo, pues su interés estaba principalmente en desarrollar proyectos no convencionales.
El cambio de los vientos para el fracking Pero muchas voces crecientemente ven al fracking como una pieza clave para inyectarle recursos a un gobierno en afugia fiscal, y como forma de contrarrestar la crisis de la disponibilidad de gas en el país, que ya ha provocado aumentos en el costo del gas en varias ciudades. Desde 2024, se importa alrededor del 18 por ciento del gas que consumen diariamente las personas.
Así ha sido especialmente entre los candidatos a la presidencia más hacia la derecha del espectro político. Mauricio Cárdenas, que fue ministro de Hacienda del presidente Santos, dijo que uno de sus primeros cinco decretos si llega a la presidencia será adoptar un “fracking responsable” para aumentar la producción nacional de petróleo y gas. María Fernanda Cabal, del Centro Democrático, le secundó diciendo que “eso de disputar la ciencia con el fanatismo ambiental nos va a llevar a la época de las cavernas”.
Que los candidatos de derecha vean con buenos ojos el fracking no es noticia nueva. Lo que sí es nuevo es que también empieza a ganar terreno en voces que antes lo rechazaron en el centro político. Es el caso de Sergio Fajardo, que en 2022 dijo que “no haría fracking porque va contra del agua”. Pero en entrevistas recientes ya no lo niega tan tajantemente. “Me he tomado el trabajo de estudiar el tema antes de decirlo con seriedad”, dijo en mayo de este año.
Por su parte, la candidata Claudia López ha sido más clara en que ha cambiado de opinión. Dice que se tienen que reactivar los pilotos de fracking para evitar que las personas sigan pagando un gas costoso. La hipocresía de Petro hace más daño que el fracking. Usted Presidente y Ecopetrol están haciendo fracking en Estados Unidos y exportando carbón a Europa para que allá tengan gas y energía barata. Y en cambio se opone a que lo hagamos acá con pilotos, licencia ambiental y cuidado… pic.twitter.com/4VUhNxUfWv
— Claudia López Hernández (@ClaudiaLopez) June 5, 2025 Inmediatamente, sus opositores le cobraron el cambio, pues en el pasado había dicho que no haría fracking para cuidar el agua, un cambio que ella reconoce porque dice que ahora hay mejoras tecnológicas para mitigar los impactos de la técnica. Sergio Cabrales, experto en hidrocarburos y profesor de la Universidad de los Andes, analiza estos cambios: “la escasez del gas ya no son números abstractos, sino que está tocando la puerta de los hogares. El gas era una factura muy barata, pero ahora para muchos es onerosa y cuesta tres veces lo que costaba en algunas ciudades. Eso explican que entre la gente se esté viendo con mejores ojos al fracking, y los candidatos lo saben”, dice.
A esta visión más positiva de algunos candidatos le acompaña, como era de esperarse, la voz del sector del petróleo y el gas. En el reciente encuentro de Promigas, que juntó a las empresas más importantes de ese sector, Aquiles Mercado, vicepresidente financiero y administrativo de Promigas, dijo que la opción nacional para dejar de importar gas está en el campo Sirius (cerca a Santa Marta), que triplicará las reservas de gas del país. El problema es que su entrada se tardaría hasta 2031. Retomar la exploración de hidrocarburos y volver a hacer los pilotos de fracking es la opción principal que Promigas contempla hasta entonces. El experto Sergio Cabrales dice, en todo caso, que no es una solución rápida.
“El fracking podría aumentar tres veces las reservas de petróleo y siete veces la reserva de gas. Pero no es una solución de corto plazo para Colombia. Hay que hacerlo en corto plazo para que a mediano plazo ya lo tengamos”, dice Cabrales. En un documento reciente, la Asociación Colombiana del Petróleo defiende que el impacto en el agua, el principal argumento en contra de la técnica entre los ambientalistas, es bajo comparado con el de otras actividades económicas del país. Dicen que, según el Ideam, el sector de hidrocarburos demanda sólo el 1,6 por ciento de agua total utilizada en actividades económicas, y que el fracking aumentaría ese porcentaje al 1,7 por ciento. Fracturación en la izquierda Entre los candidatos de la izquierda, hay un consenso más grande en tener a la oposición al fracking como una de sus líneas rojas en materia ambiental y energética. El candidato Daniel Quintero ha dicho que no hará fracking. Es el caso también de Susana Muhamad, que desde su cargo como Minambiente apoyó a la Alianza Libre de Fracking y el proyecto para prohibir esa técnica.
Sin embargo, en otros espacios no es tan claro el consenso. Desde el sindicato obrero principal de Ecopetrol, la USO, el presidente, César Loza, dijo que el país necesitaba retomar la exploración mediante fracking. Una posición que causó molestia entre algunos miembros del sindicato, pues la posición oficial de la Asamblea Nacional de delegados de la USO, tomada en noviembre de 2019, era rechazar categóricamente el uso de esa técnica.
Ariel Corzo, dirigente de la Junta Directiva de la USO, dice que la negativa al fracking no pone en riesgo la autosuficiencia energética del país, y señala que el problema es que no hay inversión de Ecopetrol en campos ya existentes.
Voces expertas también han planteado recientemente los argumentos ambientales para oponerse a la técnica. La exviceministra de Ambiente, Sandra Vilardy, dijo en una columna para El Espectador que explotar los yacimientos con esta técnica podría, en promedio, traer la emisión de 0,75 gigatoneladas de Co2 a la atmósfera, unas nueve veces las emisiones anuales del país. Es decir, podría multiplicar la huella de carbono nacional cuando lo que se necesita es reducirla.
Entre las organizaciones ambientalistas antifracking el clima es de preocupación. Perciben que no sólo en el centro político el fracking empieza a ganar más terreno, sino también entre algunos cuadros del gobierno. Es el caso de Juliana Mendoza, una geóloga que hace parte Alianza Libre de Fracking, la organización que ha abanderado los proyectos de ley en contra de esta técnica. “Si bien en los cuatro años sabíamos que la postura era que el tema extractivo se quedara en el subsuelo, ahora que está acabándose el gobierno el aire empieza a cambiar”, dice.
Se refiere al evento en Barrancabermeja en el que el representante Christian Avendaño, de la Alianza Verde, denunció que el Minminas estuvo promoviendo el fracking. Dijo: “La pregunta es clara al señor Ricardo Roa, presidente de Ecopetrol, y al Ministro Edwin Palma: ¿Siguen promoviendo el fracking desde el gobierno? El presidente Petro fue elegido con la bandera de prohibir esa práctica”, dijo.
“El piloto es una entrada al fracking. Es como decirle sí a un veneno”, argumenta Mendoza, quien cuenta que se han reunido con candidatos como Susana Muhamad para encontrar sinergias en una agenda antifracking cada vez más amenazada.
Fuente: La Silla Vacia