Ecuador está obligado a buscar una estrategia de comercio internacional de petróleo que permita aumentar sus ingresos por cada barril comercializado, en un escenario geopolíitico tan volátil.
Ecuador vuelve a la cancha del comercio internacional del petróleo, luego de suspender la venta de 15,1 millones de barriles de crudo Oriente y Napo, por la paralización de los oleoductos a causa de los problemas climáticos en el sector de San Rafael, en el límite provincial de Napo y Sucumbíos. Los nuevos concursos de comercio internacional de esta materia prima se realizarán a mediados y finales del presente mes de agosto. Las cargas marítimas han sido programadas entre los meses de septiembre y octubre, en los terminales de Balao y OCP, en la provincia de Esmeraldas. Es una buena noticia. Sin embargo, salta a la mar con tormentas en su precio.

La cotización internacional del petróleo WTI de referencia para Ecuador ha descendido desde los primeros días de agosto de USD 70 a USD 63 por barril, tras registrar un comportamiento estable entre los USD 66 y USD 65 durante el mes de julio, justo cuando sucedió la suspensión de las operaciones de los oleoductos ecuatorianos.

No es simple mala suerte. En 2023, Petroecuador firmó un contrato de estudios de prefactibilidad para reubicar el Sistema de Oleoducto Transecuatoriano (SOTE) y el poliducto Shushufindi-Quito, por un monto cercano a los USD 1,8 millones. Los resultados fueron entregados en 2024, con 3 alternativas. Sin embargo, por los hechos suscitados hasta ahora, no existiría una decisión sobre cuál de las opciones es viable, a pesar de los impactos negativos conocidos.

La caída del precio internacional del petróleo obedece a la decisión de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) de incrementar su producción en más de 547.000 barriles diarios, a partir del próximo mes septiembre, y con eso volver a sus números previos a los recortes voluntarios suscitados desde 2022. El escenario no es favorable para el petróleo ecuatoriano.

La situación podría cambiar si los aranceles secundarios estadounidenses —como ha llamado la administración Trump al alza de la tarifa arancelaría a China e India, de seguir suministrándose de petróleo ruso— congelan el negocio petrolero de Rusia con ambos países. Una medida de presión para conseguir la paz en Ucrania. De surtir efecto, habrá una disminución de la oferta global de petróleo y esta ensancharía su precio por barril.

Pero es un desenlace incierto. Vladimir Putin ha sorteado con cierto éxito los bloqueos al comercio de los recursos energéticos rusos, luego del conflicto en Ucrania. De momento, el mercado de materias primas está expectante de los resultados de la próxima reunión entre Putin y Trump, prevista para este viernes 15 de agosto, en Alaska

Y aunque haya acuerdos, las últimas decisiones de la OPEP seguirán presionando el precio del petróleo, como lo hace también la incertidumbre sobre cómo evolucionará su demanda ante la vigencia de los nuevos aranceles estadounidense a escala global. Hay dudas sobre una contracción de la economía.

Ecuador no tiene muchas opciones en un escenario tan volátil. En medio de la tormenta, está obligado a buscar una estrategia de comercio internacional de petróleo donde consiga aumentar sus ingresos por cada barril comercializado. Vender directamente a las refinerías podría ser una opción, aunque las posibilidades se achican cuando estas plantas industriales, en EE.UU., han empezado a inclinarse por el crudo ligero, en reemplazo de las importaciones de crudo pesado, según Kepler, empresa especializada en el comercio de materias primas. Las autoridades deberían evaluarlo.

Fuente: Agencias