“Si hoy llevamos agua en trenes desde donde sacamos carbón, mañana debemos llevar agua en tuberías desde donde extraemos gas. Porque La Guajira no puede seguir dando energía sin recibir dignidad.” Esta frase resume una urgencia histórica: transformar el hallazgo gasífero del pozo Sirius-2, frente a las costas guajiras, en una oportunidad estructural para resolver el desabastecimiento crónico de agua en el departamento.
Sirius-2 tiene un potencial estimado de 470 millones de BTU diarios. A un precio conservador de 10,5 dólares por millón de BTU, esto representa ingresos brutos de 4,9 millones de dólares diarios. Ecopetrol, con una participación del 55,56%, recibiría cerca de 2,7 millones de dólares diarios. Asumiendo una ganancia operativa del 20%, la utilidad neta sería de unos 540.000 dólares diarios.
Proponemos que al menos el 5% de esa ganancia —unos 27.000 dólares diarios o más de 9,8 millones de dólares anuales— se destine a un Fondo de Reciprocidad Energética para el Agua, autónomo, auditable y permanente. Este fondo financiaría proyectos estructurales: acueductos rurales, plantas de tratamiento, redes de distribución, tecnologías solares de desalinización y sistemas comunitarios de captación, adaptados a la geografía y cultura wayuu.
Esta propuesta no nace del vacío. Se fundamenta en dos experiencias concretas y exitosas del sector energético en La Guajira:
1. El Tren del Agua (2014–2024) Durante una década, Cerrejón transporta más de 57 millones de litros de agua potable en trenes cisterna, beneficiando a 2.382 familias en 164 comunidades wayuu. Aunque limitado, demuestra que la infraestructura extractiva puede ponerse al servicio de la vida.
2. Proyecto de Agua de Ecopetrol en Manaure (2024–2027) Ecopetrol desarrolla actualmente un sistema de agua potable en zona rural de Manaure, beneficiando a más de 13.100 indígenas wayuu en la comunidad energética “Win Manzana”. Forma parte de un programa de inversión social que supera los 140.000 millones de pesos entre 2024 y 2027, dirigido a 380.000 personas. Este plan ha sido catalogado como una de las comunidades energéticas más grandes del país y combina acceso a agua, energía limpia, educación y salud.
Ambas experiencias muestran que sí es posible articular energía con soluciones vitales. Pero también demuestran que no basta con buenas voluntades o acciones aisladas. Se necesita una política pública estructural y sostenible, que asegure recursos permanentes, planeación técnica y control social.
Por eso proponemos la creación de una Unidad Nacional de Reciprocidad Energética, articulada con el DNP, la Presidencia, el Ministerio de Minas y los gobiernos locales, con la misión de convertir una fracción de las rentas energéticas en soluciones hídricas concretas, sostenibles y descentralizadas para La Guajira.
La Guajira no pide limosnas. Exige equidad. Si de aquí sale la energía que mueve al país, aquí debe llegar el agua que sostiene la vida.
Fuente: La Guajira