El sostenimiento de precios por encima de los de competencia para un mercado cartelizado o con pocos miembros que lo controlan suele realizarse mediante la concreción de un acuerdo, el cual debe incluir la cláusula (explícita o implícita) de que la oferta fuera menor a la que existiese en un mercado de competencia. De esta forma, sus miembros podrán apropiarse de un beneficio que no obtendrían si el mercado fuera competitivo , y este se mantiene en la medida que sus miembros cooperen en el sostenimiento de las restricciones de oferta, y por lo tanto, de precios que se acerquen a los de un mercado monopolístico. En este caso, se alcanzará un equilibrio cooperativo beneficioso para sus selectos miembros.
Durante la primera crisis del petróleo , cuando los países miembros de la OPEP acordaron en 1973 recortar la producción y establecer un embargo en los envíos a Occidente y así controlar el precio del crudo, pudieron sostener un excedente "castigando" a Occidente y captando una renta extraordinaria . Dicha organización que había surgido como protesta ante el recorte de precios por parte de compañías petroleras, una década después, pasó a controlar la oferta y forzar aumentos de precios en forma drástica, lo que marcaba el fin de una época de energía abundante y barata.
¿Por qué no es sostenible el acuerdo de un cártel? La tentación de sus miembros Pero el "equilibrio" cooperativo en un cártel se hace difícilmente sostenible en el tiempo , si debe soportar la tentación de ruptura del acuerdo por parte de sus miembros. Cabe recordar que el acuerdo de restricción alcanzado por la OPEP en la década de 1970 tenía motivos geopolíticos más que económicos, surgiendo como respuesta de los países árabes al apoyo de occidente a Israel en la guerra de Yom Kippur contra Egipto y Siria. En aquel entonces, el factor económico era un medio más que un fin, donde se buscaba poner fin a aquel apoyo cortando los suministros de petróleo a occidente y encareciendo su economía.
Ante un acuerdo de restricción de cantidades, a un miembro individualmente le compensaría más obtener mayores volúmenes y ganarse la cuota de mercado y así aumentar sus ingresos. Bajo esa misma lógica, para el resto de los miembros del cártel el riesgo de caer en la ingenuidad es elevado. Esto es, mientras haya uno de ellos con la tentación de romper el acuerdo, mantenerlo implica un elevado costo de oportunidad, ya que ofrecer una menor cantidad de la que podría llevar al mercado, implica una resignación de cuota e ingresos. Por lo tanto, bajo el riesgo de ruptura del acuerdo y que algún miembro se quede con un mayor market share , la estrategia a seguir pasa a ser priorizar la cuota de mercado por sobre el recorte de producción.
Incluso si ningún miembro rompiera dicho acuerdo, igualmente cada uno de ellos conocería los beneficios que obtendría si no lo cumpliera, lo que conlleva a una tentación. Pero si esperase que alguno de los otros miembros lo rompiera, caería en la ingenuidad, saliendo más perjudicado si lo sostiene. En esa situación, todos los integrantes tienen la tentación de romper el acuerdo y alcanzar un equilibrio no cooperativo, priorizando el sostenimiento de las cantidades (market share) sobre las restricciones.
El fin de los recortes y el retorno de la guerra de precios
A diferencia de la crisis del petróleo de los '70, en los vaivenes del mercado en la actualidad predominan más las causas económicas que las geopolíticas. En ese caso, el equilibrio tiende a ser de tipo no cooperativo y más cercano a la competencia. Como antecedente, en una de las reuniones de la OPEP (Nº 168º en Viena del 4 de diciembre de 2015), sus miembros no habían podido acordar un recorte solicitado por Venezuela, Ecuador y Libia, naciones con arcas muy comprometidas, y la OPEP había priorizado seguir manteniendo su cuota de mercado. Anteriormente la OPEP ya había roto el acuerdo en forma anticipada si consideramos que venía produciendo 1,5 millones de barriles diarios por encima del objetivo de producción (30 millones de barriles diarios) Recientemente, la OPEP+ (más aliados) han decidido un incremento mayor en su producción respecto al que venía produciendo, pasando a 548 mil barriles diarios a partir del 1º de agosto, versus 411.000 barriles diarios de los tres meses previos y 138.000 en abril , representando claramente una competencia más agresiva por la cuota de mercado con mayor tolerancia a la caída de precios. De esta manera, la decisión devolverá unos 1,7 millones de barriles de los 2,17 millones que recortaron. Primeramente, la OPEP había sorprendido al pasar los aumentos de los 138.000 a los 411.000 de abril a mayo, y ahora saltan a 548.000.
La próxima reunión será el 3 de agosto y se definirá el aumento de septiembre. Las consecuencias de estas medidas aún no están del todo dichas. Una señal clara al mercado es que se prioriza el market share aunque esto pueda significar el inicio de una nueva guerra de precios con occidente. La OPEP vuelve a responder al mundo occidental y particularmente a EE.UU., apuntando a un equilibrio de precios más cercano a la competencia o de tipo no cooperativo reduciendo sus recortes, donde la motivación económica vuelve a dominar el escenario mundial.
La hora de la competencia en el mercado global de Oil & Gas
Bajo la lógica de modelos de renta de los mercados de recursos naturales, los precios de auge incentivaron las prácticas más costosas y el desarrollo de yacimientos marginales, lo que impulsó el desarrollo de una nueva tecnología de explotación por parte de EE.UU. y el aumento de la oferta mundial. Con el ajuste de precios, las inversiones en los campos marginales salen de escena y la oferta se contrae.
En esa situación, si bien caídas en los precios pueden anticipar una contracción en la producción en yacimientos más costosos como de EE.UU., factores adicionales están provocando que el ajuste de la oferta no se produzca con la misma contundencia, quedándose los productores con sus plataformas más productivas, reduciendo costos y maximizando beneficios. La productividad ha mejorado sustancialmente en los campos de Eagle Ford y Bakken y en Marcellus y Utica en el campo gasífero. Según la EIA, la productividad por pozo ha crecido de 500 a 750 barriles en Bakken y de 600 a 750 en el caso de Eagle Ford desde el inicio de esta década.
En consecuencia, la respuesta por parte de EE.UU. a la OPEP mediante mejoras de productividad redobla la apuesta a que el equilibrio no cooperativo se acerque a uno de competencia, lo que nos sitúa en un escalón de precios por debajo de los US$ 70. Sin perjuicio de lo anterior, Donald Trump pone una pausa en esta carrera con su anuncio sobre política de comercial de aumento de aranceles de 50% sobre el cobre, uno de los principales minerales en la transición energética, encarece el comercio y los insumos de las energías renovables, por lo que los precios del crudo se volvieron a disparar más allá de los US$ 70. Ya vimos en la experiencia reciente que estos anuncios son realizados con fines negociadores más que de efectiva aplicación, pero una vez definida esta particular medida, la carrera hacia la transición energética volverá a su carril. Aquellos países que supieron aprovechar el auge de precios, desarrollando su tecnología y mejorando su productividad, tendrán una mejor capacidad de 'resistir' los vaivenes de una guerra de precios. Los que no, serán parte de la oferta marginal, y quedarán fuera de escena ante los ajustes del mercado.
El costo del equilibrio cooperativo argentino
Argentina está entre los principales productores mundiales de shale oil junto con EE.UU., China y Canadá, aunque con costos todavía por encima de los de su principal competidor: EE.UU . Los antecedentes evidencian que las prácticas de coordinación de precios en países como Argentina tampoco dieron los resultados esperados, y produjeron un elevado costo. Es pertinente citar el ejemplo del acuerdo convocado por el Gobierno argentino y los productores hace exactamente diez años atrás, que llevó al curioso resultado de haber logrado el barril de petróleo más caro del mundo (barril criollo - agosto de 2015)-, cuando regía un precio sostén interno de US$ 77 mientras que en el mercado internacional perforaba los US$ 50.
En aquel 'equilibrio cooperativo' todos los miembros del acuerdo ganaron, apropiándose de una renta adicional repartida entre las parte s (productores, gobiernos provinciales y nacional a través de impuestos) que, por el contrario, no fue gratis para los consumidores, sino que le costó una transferencia de renta de US$ 3.300 millones. Todo esto con el argumento de sostenimiento de la actividad. Sin embargo, el sector había producido un ajuste reduciendo los equipos de perforación en actividad, se vieron vacaciones anticipadas y despidos en empresas contratistas. A la luz de los resultados, la efectividad de un acuerdo de precios en Argentina estuvo muy en duda. En la actualidad, la caída del acuerdo en los recortes de producción de la OPEP y los indicios de retorno hacia una guerra de precios sugieren un mercado global más competitivo, en el cual la Argentina se inserta como proveedor global.
En este contexto, se está a tiempo de ganar competitividad para ser protagonista en la transición energética. El primer tramo ya se ha recorrido, y hemos aprendido que los acuerdos de precios sostén fueron muy costosos en términos de competencia para los consumidores y con escasos resultados en la productividad. Hemos visto que el equilibrio cooperativo fruto de un acuerdo entre sus miembros tiene fuertes incentivos a romperse, tendiendo a un equilibrio no cooperativo más cercano a uno competitivo. En Argentina llega la hora de realizar los mayores esfuerzos en términos de productividad, competitividad y, naturalmente, de inversiones.
Fuente: El Economista