Según anunció el ministro de Economía, Sergio Massa, el 4 de agosto se reanudarán los envíos de crudo en condición firme a Chile, tras unos tres meses de prueba del Oleoducto Trasandino (Otasa).
El caño es propiedad de YPF, Chevron y la Empresa Nacional del Petróleo (ENAP) chilena, que es quien recibe el petróleo en la localidad de Talcahuano. Desde mayo YPF ya entregó unos 41.000 barriles de petróleo diarios (bpd) para testear las instalaciones reacondicionadas recientemente. Así, a partir del próximo mes fluirán desde Vaca Muerta hacia el otro lado de la Cordillera de los Andes unos 70.000 bpd, entre YPF, Chevron, Vista y otras firmas. Hacia fin de año, además, la capacidad puede elevarse a 110.000 bpd. Solo las exportaciones de petróleo a Chile pueden sumar en este segundo semestre unos 800 millones de dólares, a las que se deben sumar los envíos al exterior del crudo de Neuquén mediante la terminal de Puerto Rosales en el Océano Atlántico y el petróleo pesado de Chubut.
Las exportaciones de energía sumaban hasta mayo unos u$s 3200 millones y el saldo de la balanza comercial energética será equilibrado a fines de 2023, esperan en el Gobierno. Argentina no exportaba petróleo a Chile desde el 2007, cuando perdió el autoabastecimiento. Gracias a Vaca Muerta lo recuperó y la oferta, de unos 630.000 bpd de producción nacional, volvió a superar a la demanda. La siguiente etapa que buscan las petroleras es obtener contratos de largo plazo en condiciones firmes (no interrumpibles).
Especialmente las empresas no integradas como Vista, Shell, Exxon, Tecpetrol y Pluspetrol quieren que las refinadoras -YPF, Axion, Raízen y Trafigura- no “crucen los barcos”; es decir, que más allá del abastecimiento interno ya esté el compromiso ineludible de exportar grandes volúmenes y que los eventuales faltantes en el mercado local se cubran con importaciones. Esa condición es clave para recuperar la confianza de Chile, perdida durante la presidencia de Néstor Kirchner, en medio del desplome productivo de Repsol y el boom de demanda con precios atrasados frente a la inflación.
“Más allá de la sustitución de importaciones que permite el gas, la ventana de oportunidad más clara está en el petróleo, donde hay pocos requerimientos de infraestructura y mayores ventajas para las exportaciones”, remarcan en una petrolera multinacional con fuertes inversiones en crudo. Hacia adelante, los consultores del sector esperan un superávit energético que podría crecer hasta más de u$s 7000 millones por año en 2025.
Mientras tanto, YPF avanza con su proyecto de gas licuado junto a Petronas (Malasia), y su línea técnica está decidida a llamar antes de fin de año a una licitación para la construcción de un gasoducto dedicado exclusivamente a la licuefacción del gas en Bahía Blanca si es que el Congreso aprueba el régimen de promoción de inversiones, para anticipar a 2026 la puesta en marcha de la planta. En tal caso, con exportaciones por unos 25 millones de m3 diarios de gas convertidos a GNL, se podrían generar unos u$s 10.000 millones anuales extra.
Fuente: Cronista