Fue vicepresidente de Administración y Finanzas de YPF y ex subsecretario de Planificación Económica de la Nación cuando el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, fue titular del Palacio de Hacienda. - ¿Estamos más cerca de un colapso por falta de divisas para importar gas el año próximo o de un boom exportador de petróleo? - Seguro que Argentina exportará más, si no hay restricciones a la capacidad de transporte. La producción viene creciendo y llegamos a exportar 100 mil barriles día, algo que no ocurría desde 2009.
Por otro lado, habrá importaciones significativas de gas, que si se activa el Gasoducto Néstor Kirchner pueden moderarse. No veo situación de colapso.
- ¿Cuál es la demanda medular de las empresas del sector para seguir aumentando la producción de Vaca Muerta y transformar al país en eventual potencia exportadora?
- La inversión en Vaca Muerta crece aún en este contexto macroeconómico adverso. Pero para un salto en la inversión y sustantivo en la producción se necesita un nuevo marco regulatorio que fije condiciones básicas, en particular para la inversión extranjera: ingreso al mercado único y libre de cambios, posibilidad de remisión de utilidades y dividendos y mecanismos taxativos para la fijación de precios internos y para exportar.
- ¿Libertad total de acceso y disponibilidad de dólares?
- Hay que garantizar el repago de la inversión, la remisión de utilidades y un sendero creíble de precios. Vaca Muerta no va a parar si eso no sucede. Pero crecerá a un ritmo mucho menor.
- ¿Cuál es el precio del gas y del petróleo que satisface las expectativas inversoras y, al mismo tiempo, puede ser económica y políticamente factible?
- El Plan Gas demostró que Argentina puede expandir la producción a 3,5 dólares el MBTU. Pero a medida que se desarrollen masivamente las exportaciones de hidrocarburos será más factible abaratar el precio local.
- El barril de crudo local es 23 dólares más barato que el internacional. ¿De qué serviría alinear los precios, como piden las petroleras?
- Estos precios necesitan acoplarse para que Argentina pueda atraer inversiones que, de otro modo, van a otras cuencas. Hay que garantizar una renta a las petroleras para atraer capitales.
Eso no significa que ante subas tan importantes como la que tuvo el petróleo en el mundo durante el último año y medio no se desacoplen parcialmente los precios para garantizar otras condiciones de la economía. Pero ese divorcio no puede ser permanente.
- Las productoras dicen que las refinadoras tienen márgenes muy altos. Estas se quejan cuando el petróleo sube y no pueden replicar ese aumento en los surtidores…
- No existe una sola verdad. Los márgenes varían según las refinadoras y su mix de importación y canasta de crudo. Y como el precio está limitado en surtidor es lógico de la disputa se exacerbe. Más si los combustibles importados son caros. Cuando se desacoplan mucho los precios internos de los del mundo ocurre lo que ocurrió con el gasoil hace meses: las refinadoras dejan de importar y se genera una crisis de escasez. La capacidad de refinar en el país está estancada desde hace una década. Si la economía crece, Argentina tendrá que importar cada vez más nafta y gasoil.
- A pesar del sendero de aumentos previstos el precio local de los combustibles argentinos parece barato en términos relativos…
- Los combustibles argentinos son baratos en la comparación internacional y en términos históricos. Tenemos los combustibles más baratos de los últimos años, en particular desde el 2019. Se fueron ajustando por debajo de la inflación y la nafta y el gasoil están por debajo de los últimos 4 ó 5 años.
-¿Pero qué aumento adicional pueden tolerar los consumidores en el contexto actual?
- El crudo local se comercializa en dólares y hay una depreciación mensual de 6 ó 7%. La inflación mensual es alta. Resulta imposible un congelamiento significativo: eso reduce el margen de refinación, el precio del crudo y, en definitiva, las inversiones del sector.
- Salvo las firmas del segmento regulado (transporte y distribución), las energéticas tienen balances con buena rentabilidad.
¿Es factible pensar en un impuesto a la renta extraordinaria como prevén aplicar países del mundo desarrollado?
- Una cosa es la rentabilidad absoluta y otra relativa a escala internacional. Es cierto que las empresas están teniendo buenos balances, incluida YPF. Pero esos resultados positivos no son tan significativos comparados con los de otros países. Argentina necesita inversiones y un nuevo impuesto baja la competitividad a la hora de atraerlas.
- ¿Hay condiciones para construir plantas de licuefacción y transformar a la Argentina en exportadora masiva de gas al mundo?
- Para eso necesitamos un nuevo marco regulatorio que dé condiciones para inversiones por encima de los 15 mil millones de dólares. Y no tenemos 40 años para definir ese marco y desarrollar al sector. La transición energética plantea una ventana acotada para el desarrollo de hidrocarburos en el país.
- ¿Es factible que las empresas aporten dinero para el segundo tramo del Gasoducto NK? - No sé. Lo que sí sé es que esa obra se repaga en dos o tres años si se compara su costo con el ahorro de importaciones que permitiría.
- ¿Qué aumentos de tarifas adicionales a los derivados de la segmentación habría que esperar para el año que viene?
- Todo esquema de segmentación es perfectible y seguramente éste se podría hacer mejor. Sin embargo, es un avance importante, que implica quitar el subsidio al 30 ó 35 por ciento de los usuarios con más poder contributivo. Pero el Gobierno fijó una tarifa plena para cubrir el costo de los insumos en enero, que para gas es de 3,4 dólares el millón de BTU y para electricidad 75 dólares el mega. Esos valores van a subir y el tipo de cambio se va a modificar en el 2023. De hecho, el promedio del gas mayorista para el año que viene está en 5,2 dólares el MBTU. -
¿Entonces de cuánto sería esa suba para los usuarios que pagarán la tarifa plena?
- Según las previsiones oficiales del tipo de cambio podemos calcular un aumento de 170 por ciento en gas y 90 por ciento en electricidad para los usuarios de nivel 1. Esto no incluye las subas que vayan a disponerse para el margen del transporte y la distribución. Y con una inflación del 100% anual, no es posible pensar en que no habrá incrementos para transportistas y distribuidoras. El 2023 plantea un escenario muy agresivo en materia tarifaria. Y en un año electoral será muy complejo mantener sin subsidios al nivel
1. - Será igualmente difícil avanzar en la quita de subsidios para otros grupos de consumidores. - Una cosa es pensar en una recomposición general de tarifas en un contexto de recuperación del salario real y otra cuando cae. Claramente los subsidios son inequitativos en términos distributivos y toda quita es progresiva porque se dispone más dinero para educación, salud y transferencia a sectores de menores ingresos. Pero no se dará instantáneamente. La quita de subsidios es un proceso que llevará al menos un par de años.
- ¿El recambio de gobierno puede condicionar alguna apuesta inversora?
- Hay inversiones lanzadas que seguirán avanzando, como las ampliaciones de gasoductos y oleoductos. Pero se necesita una nueva ley con consenso entre el oficialismo y oposición sobre reglas de largo plazo: otra cosa sería un papelito más. Tuvimos una política pendular que condiciona la inversión en energía, con leyes y decretos que no siempre se cumplieron.
Fuente: Clarín