Los biocombustibles basados ​​en residuos pueden ser uno de los principales impulsores de la transición energética. Esa es la conclusión de un informe de la consultora Wood Mackenzie. Este papel se lograría transformando el suministro limitado actual de combustibles de transporte bajos en carbono mediante la creación de una economía circular local.
Actualmente, señala la publicación, los biocombustibles representan solo el 3% de la demanda actual de 100 millones de barriles por día (b/d) de combustible líquido. Sin embargo, el desarrollo de nuevas tecnologías que impulsen la producción a partir de desechos urbanos, desechos agrícolas y el reciclaje de desechos plásticos se promociona como un “punto de inflexión para la transición energética”.

Según Wood Mackenzie, esto podría proporcionar 20 millones de barriles por día (b/d) adicionales de biocombustible líquido para 2050, satisfaciendo así una cuarta parte de toda la demanda futura de combustible líquido (95 millones de b/d en 2050), equivalente a alrededor de tres trimestres a partir de la demanda de 2050.

Según la consultora, todavía hay muchas oportunidades de crecimiento, especialmente cuando se buscan alternativas basadas en residuos y no en la producción a base de alimentos, lo que naturalmente desanimó a la industria. Para algunas áreas del sector del transporte, como el aéreo, hay pocas alternativas al combustible líquido, lo que dificulta la descarbonización. Esta fuente de biocombustible puede ser tremendamente beneficiosa, proporcionando una alternativa más limpia que satisfaga las necesidades ambientales y energéticas futuras.

Otro beneficio es que al usar estos materiales como combustible, habrá ahorros significativos en los costos de vertido o incineración y las emisiones relacionadas. Y recuerda que según la Agencia Internacional de la Energía, el camino a Net Zero requiere que casi la mitad de los biocombustibles consumidos en 2030 se produzcan con residuos.

La consultora informa que se están desarrollando varias tecnologías para convertir este residuo sólido en líquido. Estos implican un pretratamiento para “lavar” los materiales, seguido de un craqueo térmico (pirólisis o gasificación) para convertir los residuos en hidrocarburos. El último paso es el procesamiento en una refinería convencional para crear versiones de biocombustibles de los productos a base de petróleo crudo que usamos hoy.

Este proceso dará lugar a una economía circular. Dado que el transporte de desechos sólidos a distancia es costoso, las cadenas de suministro serán locales, donde los productos se pueden recolectar y procesar en instalaciones de pequeña escala fuera de las ciudades y pueblos.

Las refinerías saben cómo hacer esto y, para muchas, podría ser la clave de su viabilidad a largo plazo. Esto tendría enormes beneficios para las economías locales y los puestos de trabajo, creando un caso poderoso para que los gobiernos desarrollen incentivos. Estos incentivos podrían adoptar la forma de un "crédito fiscal sobre el carbono" que crearía igualdad de condiciones con los productos basados ​​en combustibles fósiles y mejoraría significativamente la competitividad de los biocombustibles.

Fuente: Agência CanalEnergia