A pesar de las caídas recientes, los precios de los combustibles continúan siendo un factor de inestabilidad en Brasil y la búsqueda de soluciones continúa. Sputnik Brasil escuchó a un investigador del sector energético para comprender cómo la producción de biocombustibles puede influir en este escenario.
Brasil es considerado una referencia mundial en materia de biocombustibles. Entre los principales biocombustibles utilizados en el país hoy se encuentran el etanol, el biodiesel y el biometano. Estos combustibles se fabrican a partir de cultivos vegetales, como la caña de azúcar, el maíz y el ricino, y de desechos que de otro modo se desperdiciarían, como la grasa animal y el proceso de biodigestión de la materia orgánica.

Por la forma en que se producen, los biocombustibles se consideran más ecológicos porque presentan una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero en comparación con los combustibles fósiles.

Para la ingeniera química Nathalia Díaz, investigadora en Energías Renovables del Instituto de Estudios Estratégicos en Petróleo, Gas Natural y Biocombustibles (Ineep) y vinculada a la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), a pesar de las ventajas de los biocombustibles y el liderazgo brasileño en el sector, aún no existe un marco productivo nacional capaz de influir significativamente en los precios.

“Haciendo un análisis de corto plazo, los biocombustibles no tienen la fuerza para frenar la crisis de los combustibles. Esto se debe a que, además del problema de la falta de suministro, existen desafíos técnicos que se deben enfrentar para satisfacer la demanda de combustible a nivel nacional”, dice el investigador a Sputnik Brasil.

Según Díaz, en el corto plazo, las opciones de los gobiernos de todo el mundo para controlar la suba de los precios ha sido reducir los impuestos a los combustibles. Además de Brasil, cuyo precio de surtidor está directamente influenciado por la política de precios de Petrobras, esto también ocurrió en los Estados Unidos del demócrata Joe Biden, por ejemplo.

El investigador del Ineep destaca que la producción de gasolina en Brasil todavía es cerca de cuatro veces mayor que la de etanol, y la mezcla de gasolina brasileña tiene sólo un 30% de etanol en su composición. Esto demuestra que aún existe una gran dependencia de la producción de combustibles fósiles en el país.

A pesar del vínculo con la expansión agrícola, la investigadora Nathalia Díaz destaca la necesidad de invertir en la producción de biocombustibles a largo plazo como una forma de perseguir objetivos de sostenibilidad y reducir la dependencia de los combustibles fósiles.

“[Invertir en la producción de biocombustibles es necesario] principalmente para que Brasil pueda lograr mejores resultados en términos de transición de la matriz energética, reducir la dependencia de los combustibles fósiles y, además, contribuir a la estabilización de las condiciones climáticas en términos de emisiones de carbono, por ejemplo”, dice.

Cambios en Petrobras afectan producción de biocombustibles

Desde el final del gobierno de la presidenta Dilma Rousseff (PT), en 2015, Petrobras pasó por una serie de cambios que, entre otras cosas, generaron la venta de activos como refinerías y empresas como BR Distribuidora. Además, la empresa estatal adoptó una nueva política de precios de combustibles, vinculando los precios en Brasil al mercado internacional.

Según la investigadora Nathalia Díaz, también hubo cambios en Petrobras que impactan la producción de biocombustibles en Brasil. Es el caso de la desactivación de las plantas de Petrobras Biocombustível (PBio), que, según Díaz, impactó en la agricultura familiar y en grupos de bajos ingresos.

“PBio, alineado con el Programa Nacional de Producción y Aprovechamiento de Biodiesel (PNPB), desde el inicio de su construcción, es un programa de producción de oleaginosas por parte de la agricultura familiar para ser utilizada como materia prima en el proceso de producción de biodiesel” , explica Díaz, detallando la relación entre los biocombustibles y los agricultores familiares.

Según el investigador, el PNPB atendió principalmente a las regiones semiáridas y del sur. El programa, creado en 2005, es uno de los principales impulsores del uso de biocombustibles en Brasil, siguiendo el ejemplo del Programa Nacional de Alcohol (ProAlcool), de la década de 1970, y la adopción de la tecnología flex fuel en Brasil, en 2003. Según Díaz, entre 2009 y 2012, más de 65 mil agricultores familiares formaron parte del PNPB.

“Se establecieron algunas políticas públicas hacia la inclusión social a través de la generación de empleo, además de ser una oportunidad para ampliar las fuentes de energía renovable. [En ese momento] el gobierno federal incluso creó el Sello Combustible Social (SCS) para integrar la agricultura familiar en la cadena productiva del biodiesel”, enfatiza el investigador, destacando la importancia social del programa vinculado a los biocombustibles.

Fuente: Agencia Brasil China