Los problemas relacionados con el precio de los vehículos, el costo de la red de carga y la mayor demanda de materiales raros se subestimaron y requirieron una gran cantidad de apoyo financiero de los gobiernos para sortearlos provisionalmente. Sin embargo, sin suficiente generación de energía limpia, la nueva flota continúa utilizando combustibles fósiles, lo que limita los beneficios a corto plazo de esta opción.
Esta visión restringida e incompleta del tema está cambiando gradualmente. La movilidad sostenible debe ser entendida en su concepto más amplio, incorporando los vectores ambiental, económico y social, con un adecuado abordaje de la urgencia en las respuestas al cambio climático del planeta.
Es la evaluación de las emisiones a lo largo del ciclo de vida de las fuentes de energía la que debe orientar los nuevos proyectos, reconociendo las diferentes características y potencialidades económicas de las diferentes regiones, además del diferente tiempo de respuesta de cada solución tecnológica. Abordar el desafío global que plantea el calentamiento global requerirá opciones múltiples y complementarias.
Se puede dar un primer paso desde el uso de la bioenergía donde ya es posible y su fomento en países con potencial, combinándola con combustibles fósiles para reducir de forma inmediata los pasivos ambientales de la flota circulante, con una mayor colaboración entre regiones.
Los vehículos híbridos derivados de modelos diseñados para tracción con motores de combustión interna serán la transición a este nuevo orden. En el mediano y largo plazo, la hibridación de nuevas plataformas de vehículos eléctricos mantendrá el uso de combustibles biológicos o los sintetizados a partir de energía eléctrica limpia, generando la tracción eléctrica las combinaciones bajas en carbono más efectivas. En el momento adecuado, con aplicaciones apropiadas y tecnologías innovadoras, habrá espacio para que coexistan todas las opciones de movilidad sostenible.
La posición brasileña es privilegiada, con amplias posibilidades de generación de energía renovable en sus más variadas formas y conocimiento para el desarrollo de tecnologías vehiculares siguiendo las tendencias futuras. En este escenario, es fundamental diseñar políticas públicas orientadas a la neutralidad tecnológica, a la evaluación de las emisiones de GEI en el ciclo de vida y a lineamientos que exploren a fondo el concepto de sustentabilidad, anteponiendo el objetivo común de mitigar el calentamiento global a los intereses privados. Este es el verdadero combustible del futuro.
Fuente: TN Petróleo