Entre las aplicadas en el país se encuentran: la biomasa cañera (que representa el 19,1%), la mayor de ellas, seguida de la hidráulica (con el 12,6%), la leña y el carbón vegetal (8,9%), además de otras (7,7%) como solar, que debería aumentar exponencialmente en los próximos años. Pero la pregunta que queda es: ¿son todos eficientes y adaptables en Brasil?
La vocación energética de cada país depende de condiciones climáticas y geofísicas específicas. Según Fabrizio Nicolai Mancini, profesor de Ingeniería Eléctrica e Ingeniería de la Energía de la Universidade Positivo (UP), doctorando en Tecnología y Sociedad y Magíster en Desarrollo Tecnológico, es posible realizar un benchmarking para analizar lo que se está utilizando aquí en Brasil y en el extranjero, pero siempre con cuidado de no adherirse a “modas”, como sucede con la energía solar, por ejemplo.
“Tenemos que fomentar el desarrollo de nuestra industria de paneles e inversores, especialmente con paneles solares orgánicos y no de silicio, que son muy perjudiciales para el medio ambiente”, comenta. En Brasil, la historia del uso de energías renovables es muy antigua, siendo considerado un país con grandes posibilidades en este tipo de energía, manteniendo la inversión en programas como Proálcool, además de la búsqueda de usos hidroeléctricos expresivos.
En 2002, por ejemplo, las fuentes eólicas y solares tomaron impulso con el Programa de Incentivo a las Fuentes Alternativas (Proinfa) y, también, acelerando esa realidad, el país cuenta con la Renovabio – Política Nacional de Biocombustibles. Todos estos programas están alineados con las Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC), realizadas por Brasil en el Acuerdo de París, en 2015, y con la agenda 2030 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
De las fuentes de energía utilizadas en Brasil, el 48,4% son renovables, mientras que el 51,6% siguen siendo no renovables (y contaminantes). Según Mancini, mantener la renovación es una oportunidad para que Brasil se mantenga a la vanguardia de la energía. “Esta es incluso una posibilidad de recibir incentivos e inversiones extranjeras para explorar mejor esas fuentes y dar más competitividad a las industrias locales, además de mantener la salud y sostenibilidad del país”, analiza el especialista.
Para él, actualmente, la inversión y algunos ajustes en la emisión de licencias ambientales son los mayores impasses de Brasil en la adopción del uso de energías renovables. Otro tema sería también el desarrollo de nuevos mercados energéticos, contemplando no sólo a los grandes consumidores, sino también a los pequeños.
¿Qué son las fuentes de energía renovables?
Una fuente renovable es aquella que se puede “recomponer” en tiempo humano, es decir, en unas pocas décadas, como la eólica, la solar o la biomasa. Muy diferente a los fósiles, que necesitan miles o millones de años (tiempo geológico) para transformarse en la naturaleza, como el petróleo y sus derivados, el gas natural o la nuclear.
Tradicionalmente, las energías renovables son hidráulicas, eólicas, solares (fotovoltaica, heliotérmica y colectores solares –que transforman la energía del sol en agua caliente–), oceánicas (energía undimotriz, mareomotriz o corriente); y biomasa (caña, bosques energéticos, residuos urbanos, agrícolas o industriales).
Vea detalles de las fuentes utilizadas en Brasil con las ventajas y desventajas de cada una:
Biomasa de Caña de Azúcar - líder en uso en Brasil, su fuente de energía es la caña de azúcar. El término biomasa se refiere a cualquier tipo de materia orgánica que se puede utilizar para generar energía. La biomasa a partir del bagazo de la caña de azúcar es una alternativa de energía renovable con potencial para complementar la generación de energía de la hidroeléctrica del país. Inconvenientes: al utilizar el método de combustión de biomasa no se limpia completamente, generando partículas en el ambiente.
Hidráulica – se capta a partir del aprovechamiento del potencial gravitacional de las corrientes de agua y de las cascadas de los ríos y, a partir de ahí, genera energía, moviendo turbinas. En general, se produce en las llamadas centrales hidroeléctricas. Inconvenientes: pueden causar erosión del suelo e impactos en la fauna y flora si no existen medidas de mitigación/compensación ambiental.
Leña y carbón - También clasificados como biomasa, se utilizan como combustible en pequeñas plantas metalúrgicas y generan calor para establecimientos como restaurantes, hospitales, industrias y viviendas. Aquí en Brasil, la biomasa fue el primer combustible utilizado, consumido en forma de leña, cuando sus principales usos eran domésticos (en los ingenios de caña de azúcar), en el transporte (ferroviario y marítimo) y en la industria siderúrgica. Inconvenientes: gran parte de la producción de carbón aún es rudimentaria y utiliza vegetación nativa, lo que agrava la deforestación, además de emitir gases contaminantes por el uso de hornos rudimentarios.
Solar – Creada a partir del calor del sol, es una energía sostenible y de bajo impacto ambiental. Se divide en dos tipos: fotovoltaica (la más común) y heliotérmica. En la fotovoltaica, la luz solar se convierte directamente en electricidad, utilizando células fotovoltaicas a través de paneles o placas. En el caso de la heliotermia, los sistemas de energías renovables convierten el calor de la luz solar en energía térmica, cuando el sol incide sobre espejos que dirigen la luz hacia un punto con agua. Luego, el agua se convierte en vapor, que luego puede usarse para generar electricidad usando turbinas. Inconvenientes: alta inversión inicial, uso de los paneles solo durante el día (teniendo un alto costo de almacenamiento y uso durante la noche), dependiendo del clima.
Viento: es la energía generada por los vientos, que mueven turbinas y transforman la energía mecánica en energía eléctrica. Se considera 100% limpia, ya que no contamina el medio ambiente en el proceso de generación de energía y es renovable. Según datos de la Agencia Nacional de Energía Eléctrica (ANEEL) divulgados en el primer semestre de 2020, el 8,94% de las plantas en Brasil son aerogeneradores. Inconvenientes: alto coste de los equipos, dependencia del viento -que suele ser irregular-, necesidad de crear un gran parque eólico para instalar aerogeneradores.
Oceánica – considerada la menos conocida, pero ampliamente estudiada aquí en Brasil, esta energía se genera a partir de un proceso que obtiene energía mecánica a través de los fuertes movimientos del agua del mar y de las olas del océano. El agua es un recurso natural y abundante, y una de las fuentes para la producción de energía que no contribuye al calentamiento global. La energía generada a partir de los océanos se puede dividir en: energía mareomotriz, energía undimotriz, corrientes (mareales y oceánicas), gradiente de temperatura y gradiente de salinidad. Cada uno de ellos se aplica y funciona de una manera específica. Inconvenientes: altos costos de instalación de equipos, instalaciones lo suficientemente fuertes y sólidas para soportar tormentas, pero que también deben ser sensibles para capturar la energía de las mareas.
Fuente: TN Petróleo