La guerra entre Rusia y Ucrania ha mostrado efectos inmediatos en la economía mundial, ocasionando una escalada en el precio del petróleo sobre los 100 dólares el barril y sembrando incertidumbre sobre la seguridad energética en casi todos los países y particularmente en los de Europa.
En el panorama del conflicto bélico, Rusia es el principal productor de petróleo de Europa (40%), y Ucrania posee los mayores ductos de distribución por donde transita alrededor de un tercio de esos flujos hacia el viejo continente, en una relación de dependencia permanentemente tensa que ahora se ve peligrosamente alterada y provoca una onda expansiva que, junto a los irreparables daños humanitarios ocasionados, pone a temblar al mundo.

Bolivia no se encuentra al margen, es más, comienza a sentir los efectos directos en la importación de combustibles, según los analistas Renán Orellana, ex consultor del Banco Mundial (BM) y del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), y Sergio Arnéz, Jefe de Guabirá Energía, que participaron del coloquio mensual de la revista ENERGÍABolivia.

La seguridad energética, entendida como la acción del Estado orientada a garantizar el suministro de energía de manera permanente y sostenible medioambiental y económicamente hablando, se relaciona directamente con el desarrollo y renovación de las fuentes de energía, el logro de redes de abastecimiento y la gestión eficiente de los recursos.

En opinión de Orellana, la crisis bélica en el Este de Europa obliga a los países a recurrir a nuevas estrategias internas y enfatizar en acciones para mejorar su seguridad energética. Esto podría llevar a poner mayor interés en el desarrollo de las energías renovables que, sin embargo, requieren de tiempo y el impulso de las energías tradicionales, como el gas, considerado el combustible de transición.

Fuente: Energía Bolivia

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