Bruselas revisa al alza las previsiones sobre el PIB británico, aunque alerta sobre la inversión, que se estanca.
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El Brexit, la salida del Reino Unido de la UE, tenía que haber sido una especie de Armagedón económico al otro lado del Canal, a juzgar por las previsiones oficiales previas al referéndum. Pero el hecho es que apenas se ha dejado notar en el tipo de cambio de la libra, en los
precios inmobiliarios y —relativamente— en la inversión y en las primeras deserciones de la City. La economía británica desacelera, pero muy por debajo de lo previsto. Tras crecer por encima del 2% en 2015, cerró el año pasado con un alza del PIB del 1,8%: la Comisión prevé que el crecimiento se mantenga en el 1,8% este año y se desacelere hasta el 1,3% en 2018. Eso certificaría un doloroso sorpasso, tras haber superado con claridad a la zona euro en lo que va de crisis.

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