Opinión
El sistema eléctrico brasileño se enfrenta a una situación aparentemente contradictoria: en algunos momentos del día, generamos más energía de la que podemos consumir y, en otros, corremos el riesgo de quedarnos sin ella. Durante los picos de producción solar y eólica, la capacidad de generación puede ser tan alta que el Operador Nacional del Sistema Eléctrico (ONS) se ve obligado a intervenir, reduciendo la producción o incluso cerrando temporalmente algunas plantas. Este procedimiento, conocido como reducción, es necesario para evitar la sobrecarga de la red y proteger la estabilidad del sistema. En junio de 2025, por ejemplo, la reducción de la generación solar centralizada alcanzó un récord del 27,8%, en comparación con el 7,8% de abril de 2024, según un informe de Itaú BBA. En el segundo trimestre, la tasa promedio de este tipo de reducción alcanzó el 21%.
Los impactos financieros también son alarmantes. Voltalia, por ejemplo, registró 268 GWh de energía desperdiciada en el primer semestre de 2025, equivalente al 10% de su generación global y al 14% de la producción brasileña. En términos generales, los cortes de energía acumulados en el país ya han superado los 19,8 millones de MWh, según un estudio de ePowerBay. Entre julio y octubre de 2024, considerando solo el desperdicio planificado, Brasil perdió más de 22.000 GWh, lo que representa el 63% de toda la generación térmica durante el período, con pérdidas estimadas en alrededor de R$1.800 millones.
Pero cuando el sol se pone y la intensidad del viento disminuye, el panorama cambia. La generación de energías renovables cae rápidamente, mientras que la demanda de electricidad se mantiene alta. En este punto, el sistema debe aprovechar las reservas de energía disponibles, que ya están operando muy cerca de su límite. Esta situación aumenta significativamente el riesgo de cortes de suministro e incluso apagones en el futuro cercano, especialmente en días de consumo pico y en situaciones donde las condiciones climáticas son desfavorables para la producción de energía renovable.
Lo que los promedios de generación y consumo no revelan es precisamente el desequilibrio que se produce en los distintos momentos del día. Al observar únicamente las cifras globales, puede parecer que la oferta y la demanda están equilibradas, pero en la práctica, la realidad es más compleja. El verdadero reto no es simplemente aumentar la capacidad instalada y generar más energía, sino garantizar que esta electricidad esté disponible cuando los consumidores realmente la necesiten.
La contradicción entre el excedente y la escasez de energía La contradicción entre el excedente y la escasez pone de relieve el mismo punto: no basta con aumentar la capacidad instalada; es necesario garantizar que la energía esté disponible cuando realmente se necesita. Lo que puede contribuir a este proceso es la ampliación de la red de transmisión, como ya anunció el ONS (Sistema Nacional de Salud), que ha adelantado la construcción de dos nuevas líneas en Bahía y aumentará la capacidad de transmisión de 500 MW a 2.500 MW, según Canal Solar.
También es fundamental impulsar el almacenamiento a gran escala, con soluciones como las baterías y el hidrógeno verde, capaces de almacenar energía abundante y liberarla en momentos críticos. Finalmente, las señales de precios y la respuesta a la demanda pueden guiar a los consumidores a consumir más cuando hay excedentes y a reducir el consumo en épocas de escasez, aunque este es un camino aún incierto, sujeto a restricciones políticas y regulatorias.
Esto no es exclusivo de Brasil. Países como Alemania, España e incluso California enfrentan dilemas similares, con exceso de energía renovable en ciertos períodos y déficit en otros. La diferencia radica en que, en estos mercados, el debate sobre la modernización de la red eléctrica y el papel del almacenamiento ya está más avanzado.
Brasil, por su parte, tiene la ventaja de una matriz energética predominantemente limpia. Casi el 90% de nuestra electricidad proviene de fuentes renovables, pero necesitamos adaptar rápidamente nuestra infraestructura a esta nueva realidad. El almacenamiento en baterías surge como una solución prometedora para este desafío, ya que permite almacenar el exceso de energía producida durante las horas punta y utilizarla posteriormente, durante las horas punta. Esta tecnología permite equilibrar mejor la oferta y la demanda a lo largo del día, otorgando mayor flexibilidad al sistema eléctrico.
Sin embargo, incluso con la reciente caída de precios, la implementación a gran escala aún requiere una inversión significativa y una planificación a largo plazo. Otras alternativas, como el uso de hidrógeno verde o los sistemas de almacenamiento por bombeo inverso en centrales hidroeléctricas, también parecen ser complementos importantes para esta transición.
Hasta que el almacenamiento a gran escala se haga realidad, será esencial implementar medidas que nos permitan alinear de forma más eficiente la oferta y la demanda de energía a lo largo del día. Estas acciones no solo ayudan a reducir
Fuente: Axis