La escena se repite en distintos rincones del país: largas filas de camiones y vehículos esperan durante horas en las estaciones de servicio para cargar diésel. El desabastecimiento ya no solo afecta a los transportistas, sino que amenaza con detener la maquinaria que mueve a la economía boliviana.
En paralelo, la industria aceitera denunció que la falta de combustible frena el traslado de soya y subproductos, encareciendo los costos y reduciendo los turnos de trabajo. Los mineros también declararon emergencia, advirtiendo que la paralización de equipos por falta de diésel puede comprometer empleos y exportaciones.
Fuente: El Deber
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