Bolivia, en sus 200 de vida independiente, enfrenta una escasez histórica de diésel, causada principalmente por la falta de divisas que limita la capacidad de importación del combustible.
Este escenario se traduce en largas filas que se replican en la ciudad y el campo. Una coyuntura que afecta al agro, a los transportistas y al resto del tejido económico del país. “Hacer filas se ha vuelto el pan de cada día. Ya uno lo ve normal, cuando no debería ser así”, se lamenta Jorge, que lleva día y medio, esperando cargar diésel y poder continuar su viaje hacia Sucre.
Fuente: El Deber
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