Actores clave del sector revelan cómo la innovación, la electromovilidad y la optimización operativa están reformulando el presente y futuro de las operaciones.
La industria ha asumido un rol activo en la transición energética, impulsada por múltiples factores estratégicos. Entre ellos destaca la meta de transformar la minería en una actividad con baja huella de carbono a 2030 y alcanzar la carbono neutralidad a 2040, según lo establecido en la “Política Minera 2050”.

Ana Lía Rojas, directora ejecutiva de Acera, destaca que “primero, la presión global por reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, a través de compromisos como el Carbon Border Adjustment Mechanism (CBAM) en Europa, exige a los proveedores de materias primas, especialmente cobre y litio, una huella de carbono cada vez más baja».

Añade que, “en segundo lugar, se considera que el consumo eléctrico en minería representa alrededor del 7 % de la demanda total del país y entre un 20 y 30 % de los costos operacionales en algunos procesos, lo que convierte la eficiencia energética en una ventaja competitiva. De hecho, más del 60 % de la energía contratada por el sector minero proviene actualmente de fuentes renovables, según cifras de la Comisión Chilena del Cobre en 2024”.

Por su parte, Magdalena Andrade, ingeniera de Nuevos Negocios e Innovación de Enami, afirma que “la disminución de costos, la innovación, la sostenibilidad y la conciencia social son factores clave en un sector que busca constantemente tecnologías eficientes para convertirse en una industria más verde, mediante la incorporación de electromovilidad y la optimización de procesos”.

Respecto a ese desafío, Andrade comenta que “en Enami realizamos una licitación para diversificar la matriz energética de uno de nuestros poderes de compra, con el objetivo de partir en esta instalación y luego replicar el modelo en otras. Este proceso ha significado un gran aprendizaje, que ha permitido a la organización identificar oportunidades de suministro renovable en distintas áreas y proyectos de la compañía”. Incorporación de nuevas fuentes en procesos mineros Con énfasis en la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, las compañías han comenzado a adoptar fuentes de energía más limpias y sostenibles, como la solar y la eólica.

Germán Pérez, Business Development Manager de Aggreko, cuenta que “esta transición no sólo contribuye a la lucha contra el cambio climático, sino que también ofrece beneficios económicos a largo plazo, al reducir la dependencia de combustibles fósiles y mitigar los riesgos asociados con la volatilidad de los precios del petróleo y el gas”. Además, advierte que “otro aspecto crucial en la gestión energética minera es la eficiencia de costos. Con un enfoque en la optimización de procesos y el uso eficiente de recursos, las empresas están implementando tecnologías innovadoras para maximizar el rendimiento energético, reducir costos operativos y desacoplar progresivamente la curva entre capacidad instalada y demanda”.

En tanto, Carlos Körner, CEO de O2 Company, sostiene que “el uso de renovables disminuye la dependencia de combustibles fósiles y mejora los indicadores ESG. Asimismo, una gestión eficiente del agua permite reducir los costos asociados a su transporte y reposición”. Desde Enami, se proyecta que “a largo plazo, la utilización de fuentes limpias puede traducirse en tarifas más bajas que las asociadas a combustibles fósiles, gracias a menores costos de transporte y generación”.

Desde una perspectiva ambiental, Andrade subraya que “los beneficios de las energías renovables apuntan principalmente a reducir la huella de carbono del sector minero, con el objetivo de cumplir las metas del Acuerdo de París, fortalecer la responsabilidad empresarial y generar un impacto positivo en la industria”.

Fuente: MCH