La formación neuquina se consolida como el motor clave para la recuperación y el desarrollo económico del país: las proyecciones anticipan un crecimiento exponencial de su aporte al PBI en la próxima década.
La promesa largamente esperada se está convirtiendo en realidad. Vaca Muerta, la colosal reserva de hidrocarburos no convencionales, ya despliega todo su potencial y deja una huella cada vez más profunda en el Producto Bruto Interno (PBI) de Argentina, inyectando dinamismo en diversos sectores y proyectando un futuro más competitivo con mejores precios de insumos energéticos clave. Lejos de ser solo una expectativa de largo plazo, su impacto actual ya es tangible: desde la reactivación de industrias proveedoras hasta el incremento sustancial en la producción de energía, el efecto dinamizador de la reserva es innegable. Las inversiones fluyen hacia la región patagónica y generan un círculo virtuoso de crecimiento que se irradia a nivel nacional, con inversión creciente en infraestructura, generación de empleo directo e indirecto; y el aumento en las exportaciones de petróleo y gas como variables fundamentales de este impacto positivo. ¿Cómo se traduce este auge en números concretos para el PBI y

cuáles son las perspectivas de expansión en los próximos años? Los expertos coinciden en señalar a Vaca Muerta como un factor determinante para el futuro económico del país, con la capacidad de generar divisas cruciales, reducir la dependencia energética externa y consolidar un sendero de crecimiento sostenido.

La clave para materializar plenamente este potencial reside en la estabilidad regulatoria, la eficiencia operativa y una visión estratégica a largo plazo que permita capitalizar al máximo los recursos de este gigante energético. Esas condiciones y el dinamismo que ya demuestra la cuenca generan un consenso amplio respecto de que hacia 2030 el sector energético en la Argentina estará en condiciones de exportar unos US$ 30.000 millones. A lo largo de la última década y media el escenario energético se venía destacando por su impacto negativo en la economía Argenti

na, sobre todo en términos fiscales y externos. Sin embargo, su incidencia se modificó drásticamente en los últimos años como consecuencia de la expansión del sector a partir del impulso de la formación neuquina y su desarrollo productivo. De acuerdo a la consultora Economía & Energía, el crecimiento de la producción de hidrocarburos permitió incrementar la incidencia del sector en la economía, ya que pasó de representar el 5,2% del valor agregado bruto (VAB) total de la Argentina en 2017 al 6,6% en el último año. Ese VAB del sector energético

La formación pasó de representar el 5.2% del Valor Agregado Bruto argentino en 2017 al 6,6% en 2024. muestra una significativa recuperación a partir del año 2021, ubicándose en 2024 un 16% por encima del promedio de las últimas dos décadas. Dicho crecimiento se produjo centralmente gracias a la recuperación de la ex

tracción de petróleo crudo y gas natural, cuya incidencia sobre el VAB del sector pasó del 53% en el año 2020 al 60% en el último año. En el mismo sentido, se observa un crecimiento en los puestos de trabajo registrados del sector, sobre

todo a lo largo de los últimos tres años. En efecto, entre 2021 y 2024 el empleo en el sector se expandió un 11%, centralmente gracias al incremento de los puestos en extracción de petróleo y gas y servicios relacionados. En este punto la consultora señala que dicha rama es la que muestra la mayor expansión a lo largo de toda la serie. En el último año el sector representó el 1,9% del empleo registrado total de la economía, mostrando una leve recuperación con relación a los años previos. En términos externos, el sector presentó un déficit comercial prácticamente ininterrumpido hasta el año 2022. Sin embargo, en 2023 se logró equilibrar el saldo comercial externo, mientras que en el último año se alcanzó el superávit más elevado desde 2006.

La diferencia entre los costos de abastecimiento y las tarifas abonadas por la demanda, tanto de energía eléctrica como de gas natural, determinaron que las transferencias al sector energético representaron más del 1% del PBI desde el año 2010, con un pico del 2,8% en 2014. Pero a partir de 2022, la incidencia de los subsidios tendió a disminuir. Los subsidios al sector energético fueron de US$ 6.252 millones en 2024, un 35% menos que un año antes. Su incidencia sobre el PBI fue del 1%, el nivel más bajo desde 2009, mientras que en 2014 representaban el 12,1% del gasto primario, en 2024 esa incidencia se redujo al 6,5%. Ahora, en el arranque del año, entre enero y marzo de 2025, la tendencia a la baja continúa y los subsidios fueron de US$ 370 millones, un 44% menos que en el primer trimestre del año pasado.

En una perspectiva para lo que resta de 2025, con una esperada estabilización del precio internacional del crudo mediante, se espera que el sector energético registre un superávit comercial cercano a los US$ 7.500 millones, producto del aumento de las exportaciones ( + 11%) y el sostenimiento de la tendencia decreciente de las importaciones (-20%). En ese escenario, las exportaciones de crudo están en condiciones de superar los 270 mil barriles de petróleo diarios (kbbl/d). Por su parte, los subsidios al sector energético mantendrían su tendencia decreciente y se ubicarían en torno a los US$ 4.400 millones, representando el 0,7% del PBI, la incidencia más reducida desde el 2007. Esa disminución de los subsidios se encuentra asociada al aumento en los precios abonados por la demanda, pero también por la disminución en los costos de abastecimiento, en particular en el caso del gas natural. Así, se revela un panorama alentador, donde Vaca Muerta emerge como un motor clave para la recuperación y el desarrollo económico del país, con proyecciones que anticipan un crecimiento exponencial de su aporte al PBI en la próxima década. El desafío ahora radica en consolidar este impulso, optimizar la producción y garantizar una explotación sostenible de estos recursos para maximizar sus beneficios a largo plazo.

El empleo en el sector creció 11% entre 2021 y 2024, siendo el de mayor crecimiento en la serie medida.

Los subsidios seguirán bajando, tanto por traslado del costo a los usuarios como por menor costo del gas natural. La actividad sigue batiendo récords y se espera que continúe su crecimiento hasta la próxima década. Las obras de infraestructura serán claves para poder transportar la producción y exportar el shale oil y gas.

Fuente: Clarín