Esto no quiere decir que antes de Javier Milei , la transición energética caminara a pasos agigantados . El país viene arrastrando un estancamiento de por lo menos siete años . A nivel mundial, el desarrollo de las renovables, en especial las no convencionales como la eólica y la solar, se ha visto marcado por una fuerte dinámica comercial internacional . Y en especial para los países de América Latina y el Caribe, la importación de ciertos componentes clave es aún imposible de evitar.
En este marco, hasta hace menos de dos décadas era impensable un desarrollo expansivo de las renovables en la región hasta que llegó una rotunda caída en los precios, en particular de la energía solar . América Latina empezó un proceso desde lo económico, pero también desde lo legal, para prepararse para estas distintas transiciones que, dependiendo de cada contexto, tomaron formas diferentes. A partir de 2015 se desarrollaron políticas como las tres jornadas de RenovAr, durante el gobierno de Mauricio Macri , que impulsaron un sustancioso crecimiento de la matriz eléctrica en el país bajo el Régimen de Fomento Nacional para el uso de Fuentes Renovables de Energía. Programas como el del Mercado a Término de Energía Eléctrica de Fuente Renovable, también dieron pie a los acuerdos privados para el desarrollo de fuentes como la eólica y solar. En un año (2015) la matriz renovable pasó de 2% a 5,6% . Sin embargo, para el país sudamericano, esto duró poco . Según el propio régimen, para este año el país deberá tener un 20% de potencia renovable instalada, no obstante, ha habido un estancamiento que a rastras tocó el 14,5% a mediados del año pasado, según información del Ministerio de Economía.
El desorden macroeconómico, sumado a la alta tasa de inflación, provocó un efecto dominó en todo tipo de importaciones . Los programas que el macrismo había desarrollado quedaron estériles ante el contexto económico. Esta situación se desdibujó aún más durante la administración de Alberto Fernández. A pesar de que, durante aquel gobierno, se elaboró el Plan Nacional de Transición Energética -que punteaba ambiciosos objetivos para la mitigación de emisiones y contemplaba derechos laborales, justicia y sustentabilidad- y el Ren MDI -una jornada de licitaciones para instalar 600 megavatios renovables-, la implementación de estos proyectos siguió viéndose moldeada por el contexto económico argentino y después por el cambio de gobierno. Hoy, la situación parece estar invirtiéndose. Las condiciones macroeconómicas y fiscales muestran signos de mejora, lo que puede potenciar este recambio, sin embargo, el Estado no está dispuesto a ordenarlo. "En principio llevamos un año del gobierno de Milei y no hay un plan energético . El plan anterior era de diagnóstico y declamativo, porque no era vinculante. Pero por ahora, esta administración tampoco da muestras más allá del estandarte de Vaca Muerta como el futuro del desarrollo", explica Ignacio Sabbatella, doctor en Ciencias Sociales e investigador del CONICET-FLACSO especializado en transición energética. Si bien desde el Ministerio de Economía no quisieron hablar del tema, Mariela Beljansky, que hasta diciembre pasado fue la Subsecretaria de Transición y Planeamiento Energético del gobierno libertario, reveló a Climate Tracker que se planteó un "cambio de mirada" . En términos sencillos, lo que buscó la funcionaria fue mejorar las condiciones para que los mercados asociados a la transición energética se desarrollen en el territorio. Todo con la menor intervención estatal posible .
" No es el Estado quien se comprometió con el Acuerdo de París, sino la República Argentina, y la República somos todos , tanto el sector público como el privado. Nosotros pretendíamos generar instrumentos para que todos cumplamos con nuestros compromisos", explicó Beljansky. Ella aclara que no sabe con certeza si esta perspectiva se mantiene hasta hoy, pues no tiene contacto con Antonio Milanese, quien la suplió. Climate Tracker trató de contactar tanto a este funcionario, así como a la Subsecretaría de Energía Eléctrica, que trabaja este tema en coordinación con la oficina dirigida hoy por Milanese. Hasta la publicación de este informe, no se obtuvo respuesta. Tanto Sabbatella como expertos regionales consultados, coincidieron en que, a pesar de no haber un plan, la Argentina sigue avanzando aunque no con el potencial máximo . Y esto se debe a distintas variables políticas y económicas que no solo moldean la velocidad de la transición, sino también la forma que toma. Una transición energética sin Estado
Si hablamos de la transición energética argentina en términos amplios, Sabbatella identifica dos grandes cuellos de botella: las condiciones macroeconómicas y fiscales, y el transporte de la energía eléctrica . Un problema de mercado y otro técnico-industrial. El primero ha sido determinante en el desarrollo general del país, y es también una de las razones de la popularidad del gobierno de Javier Milei. Y a pesar del negacionismo climático y la falta de prioridad de estos temas desde el oficialismo, para la transición energética, el mercado también es clave . Hace dos años, en un pódcast llamado "Diálogos para la transición energética", Sabbatella explicó que se vivía un "momento histórico de la explosión de la transición a nivel mundial coincidente con una grave escasez de dólares en la Argentina ". Esa escasez, sumado a la altísima tasa de inflación que vino después y que llegó a un pico interanual del 215%, limitó las posibles inversiones para expandir las renovables. Era difícil conjuntar fondos para aquel desarrollo y la importación de componentes era casi imposible de concretar . "Esto no es menor, pero no es la única variable que explica el retraso de la transición energética y el desarrollo de renovables", añade. Sabbatella se refiere también a los subsidios a la electricidad que durante la administración libertaria se recortaron sustancialmente para los sectores residenciales, y en el caso de la industria, las pequeñas y medianas empresas, se eliminaron. Esto explicaría que el sector que en el último año invirtió más para un recambio a energía solar y eólica fue el industrial -sin descartar los parques que se integraron al Sistema Argentino de Interconexión (SADI).
Son varios los proyectos solares y eólicos -el último registro cuenta 3,2 gigavatios instalados- que se han anunciado hasta el inicio de este año, algunos bajo el polémico Régimen de Incentivos a las Grandes Inversiones (RIGI), un esquema que propone exenciones impositivas, regulatorias y arancelarias por 30 años con la condición de hacer inversiones superiores a los 200 millones de dólares y dirigidas a estas industrias: la agrícola, la de infraestructura, la forestal, la minera, la de gas y petróleo, la siderúrgica, la de energía y la de tecnología. A pesar de que hay alrededor de seis proyectos renovables bajo este esquema -entre los aprobados y los que se anunciaron como potenciales-, las propuestas más grandes están vinculadas a Vaca Muerta. "Hay proyectos off-grid como los de la minería, que van a ser un gran demandante energético y muchas empresas buscan descarbonizarse . La minería de cobre demanda mucha energía y ya hay anuncios de posible desarrollo de renovables para reducir el consumo de fósiles y el costo también", describe Sabbatella y añade: "Acá muchos de los procesos son de abajo hacia arriba porque hay empresas comprometidas con transicionar o porque hay todo un mercado internacional ". Abajo hacia arriba, quiere decir, según Sabbatella, así como para el director del programa de transiciones energéticas y clima del Interamerican Dialogue, y exsecretario de Olade, Alfonso Blanco, una transición energética impulsada por los usuarios y no por el Estado como organismo planificador.
Fuente: Diario Uno