Eternas filas para tanquear los carros son el panorama común que viven los venezolanos. La que hace un par de décadas era la potencia de los hidrocarburos en la región ruega por gotas de gasolina para llegar hasta el siguiente día.
A las 5:15 de la mañana empieza el denominado “bingo”, un sorteo que a partir de 10 balotas define quiénes pueden abastecerse de combustible ese día. Al menos así funciona en el estado de Mérida, la suerte es la que decide.
Allí el gobernador Jehyson Guzmán, quien además es oficialista, asigna a diario estaciones de servicio a vehículos según el terminal de su número de matrícula, mientras los venezolanos reviven una vieja pesadilla: filas que pueden prolongarse por días a la entrada de las gasolineras. Primero se asigna la gasolinera y luego los dos números de placa que serían recibidos allí. Lea aquí: Alza a la gasolina: Petro pide solidaridad a los propietarios de carros
El bingo se transmite en vivo por radio y por las redes sociales del gobernador. El sorteo repasa a diario cada estación en el estado, asignándole números a cada una. Al agotarse las 10 esferas, vuelven a introducirse en el bombo para continuar el bingo.
“La gente sale disparada de sus casas (...) en busca de gasolina y llegar pronto a las bombas. Solo trabajan hasta la una o las dos de la tarde y los domingos no abren”, relata a la AFP Dicxon Rodríguez, de 40 años y obrero en una escuela, mientras hace fila en una gasolinera merideña.
Sed de combustible
Antigua potencia petrolera de capa caída, Venezuela ha sufrido escasez de combustible por más de una década, profundizada por el contrabando hacia los vecinos Colombia y Brasil. Descomunales subsidios hacían que la gasolina fuese prácticamente un regalo: un huevo en un supermercado costaba en 2019 el equivalente a 90 millones de litros de gasolina... y no es un error.
Las tarifas fueron dolarizadas en 2020, fijadas en 50 centavos de dólar por litro, aunque se mantienen estaciones con combustible subsidiado.
Tras meses de mejoras en el abastecimiento, la escasez vuelve a ganar terreno en la provincia, pues Caracas, la capital, es favorecida con una mejor distribución.
En este contexto, que alimenta un mercado negro en el que la gasolina se vende por encima de 1 dólar el litro, el extravagante bingo en Mérida es visto con buenos ojos por Mario Vargas, un ingeniero de 69 años.
“Una vez (...) estuve seis días y cinco noches haciendo una cola y cuando llegue a la estación me surtieron solo 30 litros”, medio tanque de un auto utilitario, recuerda Mario en una fila. “Si hubiera venido en aquella época en las mismas circunstancias, a la misma hora, un día como este, estuviera muchísimo más lejos, a kilómetros de distancia de aquí“.
Amuay y Cardón, las principales refinerías del otro lado de la frontera, han tenido paralizaciones por dificultades técnicas en los últimos días, según sindicalistas petroleros, empeorando el panorama. La estatal PDVSA, sin embargo, no ha reportado problemas.
Fuente: El Universal