Durante los años noventa, las políticas hidrocarburíferas adoptaron una lógica regida meramente por la rentabilidad y la “commoditización” de los recursos. Enfocados en asegurar los mayores márgenes de ganancia posibles, las inversiones de riesgo (que permiten descubrir nuevos yacimientos) se redujeron. A la vez, los recursos pasaron de interpretarse como estratégicos a “commodities”, priorizando las exportaciones de crudo por encima de las necesidades de los hogares y el aparato productivo. Tal es así que, tras años de subexploración y sobreexplotación de yacimientos maduros, la producción hidrocarburífera y el abastecimiento interno cayó.
Como contrapartida de la posterior insuficiencia en la oferta que el nuevo siglo trajo aparejado, las compras externas energéticas se incrementaron significativamente, instalándose este como uno de los factores más relevantes en el deterioro de la balanza comercial. Así, aún en contextos de precios internacionales elevados, el déficit hidrocarburífero fue persistente a partir de 2011. Ahora bien, la ecuación se modifica con la presencia de Vaca Muerta, dado su potencial para revertir el déficit de la balanza comercial energética. Sin embargo, las postergadas obras de infraestructura cobraban factura y nos decían que no solo bastaba con tener el gas, sino que también debíamos trasladarlo a lo largo y ancho de nuestro país.
Es por eso que en octubre del año pasado se anunció el comienzo de obras del Gasoducto Néstor Kirchner y, en línea con los tiempos que se habían estimado, hace poco más de una semana finalizaron las obras de la primera etapa, significando un importante avance para el sector energético argentino.
El proyecto busca fortalecer la infraestructura de transporte de gas y garantizar un suministro confiable y sostenible para el desarrollo económico y social del país. Puntos clave de la obra Esta primera etapa de la obra conecta la localidad de Tratayén en Neuquén con Salliqueló en la provincia de Buenos Aires alcanzando una extensión de 583 kilómetros.
En la segunda etapa, el gasoducto cubrirá el tramo de 583 kilómetros entre Salliqueló hasta San Jerónimo en Santa Fe. Asimismo, la explotación de Vaca Muerta que esta obra facilitará, permitirá ahorrar US$ 1.900 millones de importación de energía para el segundo semestre de 2023, al tiempo que se espera que el ahorro para el año 2024 sea de más de US$ 4.000 millones. En otras palabras, el alivio que representaría en nuestras reservas es notable. Impacto en el entramado productivo local La envergadura de este gasoducto no sólo reside en la importancia de contar con abastecimiento propio de gas y diversificar las fuentes de energía en el país, sino también por su considerable tracción hacia la actividad industrial, tanto en las empresas vinculadas directamente a la licitación como al entramado productivo local.
En el caso del sector metalúrgico, el crecimiento de la producción de bienes de capital está fuertemente impulsado por las empresas vinculadas al sector de petróleo y gas. Desde mediados de 2022, la producción de maquinarias y equipos para la industria de petróleo y gas viene registrando un crecimiento sostenido. Según la Asociación de Industriales Metalúrgicos de la República Argentina (ADIMRA), durante 2022, las empresas metalúrgicas que tuvieron como destino de su producción al sector de petróleo y gas acumularon un crecimiento de 10,6% respecto de 2021.
Mientras que, en los primeros tres meses de 2023, acumularon un aumento de 7,5% respecto del mismo período del año pasado. Cabe destacar, que Argentina cuenta con empresas nacionales que muestran brechas tecnológicas poco significativas en comparación con sus contrapartes extranjeras. Volviendo al Gasoducto Nestor Kirchner, se destaca la predominante generación de mano de obra tanto calificada como no calificada.
Durante la primera etapa de la obra se generaron alrededor de 10.000 puestos de trabajo directos durante el período de construcción. Mientras que, la nueva producción de gas nacional a transportar demandará, al menos, 6.000 puestos de trabajo directos y otros 6.000 indirectos, según los datos de ENARSA. De esta forma, el proyecto brinda oportunidades laborales a profesionales de la ingeniería, técnicos especializados, operarios y personal de apoyo en las comunidades regionales. Por otro lado, el gasoducto permitirá el abastecimiento continuo y confiable de gas natural a las industrias a precios competitivos, fomentando su crecimiento y permitiendo desarrollar su capacidad de expansión y creación de empleo.
En conclusión, el Gasoducto Néstor Kirchner marca un fuerte avance en las políticas energéticas del país. Después de años de políticas que priorizaron la rentabilidad por encima de la planificación estratégica, ahora progresamos en materia de diversificación energética, desarrollo sostenible y ahorro de divisas. El próximo gran desafío será el mantenimiento y la expansión de la infraestructura hacia la etapa 2, lo cual requerirá de una mayor inversión, pero con un importante logro: la consolidación de un gran paso hacia la soberanía energética del país.
Fuente: BAE