El sector de petróleo y gas en Brasil comienza a prepararse para una economía baja en carbono al conciliar inversiones en fuentes fósiles con iniciativas para la transición energética, uno de los principales temas de Rio Oil & Gas, realizado en la última semana de septiembre.
Con aportes multimillonarios, proyectos para reducir o eliminar -cuando sea posible- las emisiones de gases de efecto invernadero de las operaciones y la apuesta por las energías renovables ganan espacio en la agenda de las petroleras.

Sin embargo, la reanudación posterior a la pandemia de covid-19 sumada a la guerra en Ucrania trajo un impacto en los precios y nuevas oportunidades para las fuentes fósiles en medio de iniciativas para descarbonizar la economía. Así, empresas como las brasileñas Petrobras y Enauta y la multinacional Shell vienen operando en ambos extremos. La estatal brasileña, por ejemplo, invertirá US$ 2,8 mil millones en los próximos cinco años en acciones destinadas a la reducción de emisiones en sus operaciones. Del total de recursos, US$ 248 millones formarán un fondo de descarbonización creado por la empresa con foco en tecnologías y soluciones bajas en carbono.

El presidente de Petrobras, Caio Paes de Andrade, quien participó virtualmente en la apertura de Rio Oil & Gas 2022 el 26 de septiembre, dijo que la empresa también prioriza el desarrollo de bioproductos, como el diésel renovable y el bioqueroseno para aviones (bioQAV). “Trabajamos para neutralizar las emisiones operativas en un plazo compatible con el establecido por el Acuerdo de París”.

La empresa, que sigue teniendo como prioridad el presal, aún pretende apostar por nuevas fronteras exploratorias como el margen ecuatorial, en el Norte y Noreste del país. Esta región es vista por Andrade como una de las provincias petroleras disponibles más importantes del mundo. De acuerdo con el plan estratégico vigente para el período 2022 a 2026, las inversiones totales de Petrobras ascienden a US$ 68 mil millones.

De este total, el 84% se destina a exploración y producción. Hay alrededor de US$ 1.000 millones para el área de gas y energía y otros US$ 600 millones para bioproductos (biodiesel, bioQAV) e investigación y desarrollo de biobúnker (combustible para barcos). El plan dejó fuera las energías renovables, al contrario de lo que están haciendo otras grandes petroleras. El nuevo plan de la empresa estatal debiera anunciarse en diciembre.

Shell, que ha invertido entre US$ 1 mil millones y US$ 2 mil millones al año en petróleo y gas en el mercado brasileño, sin contar las subastas de la Agencia Nacional de Petróleo, Gas Natural y Biocombustibles (ANP), viene diversificando sus actividades en el país más allá de los fósiles. “Todas las fuentes serán importantes en la matriz energética mundial del futuro”, dice el presidente de Shell Brasil, Cristiano Pinto da Costa.

Según él, la guerra en Ucrania ha sacudido las perspectivas del sector. Si antes el tema principal era el ritmo de la transición energética, ahora el foco está puesto en la seguridad energética global y los impactos que provoca el desequilibrio entre oferta y demanda. “Los gobiernos que buscaban una reducción activa de las inversiones en petróleo y gas natural se vieron obligados a reconsiderar sus posiciones”, señala Costa.

La empresa, que ve crecer su negocio de aguas profundas en Brasil, donde es socia de Petrobras en la capa presal, en la Cuenca de Santos, quiere volver con campañas de perforación en 2023 y 2024. Además de la Cuenca de Santos, Shell también opera en Campos, Potiguar y Barreirinhas. En total, produce 400 mil barriles de petróleo equivalente por día en Brasil. Este volumen representa más de la mitad de su producción global en aguas profundas y algo más del 13% del upstream (exploración y producción) en el mundo.

Interesada en adquirir nuevas áreas en Brasil, Shell defiende un régimen de concesión única, acabando con el reparto, el modelo existente para el presal. “Aportaría más competitividad al segmento de petróleo y gas”, justifica Costa. Sea cual sea el régimen, añade, se necesita "previsibilidad, reglas claras y mayor competitividad". Brasil, dice Costa, es estratégico para la meta global de la empresa de llegar a 2050 con cero emisiones netas. Por eso, en paralelo a sus actividades de petróleo y gas, la empresa viene invirtiendo en energía solar, eólica, hidrógeno verde y una planta térmica en Macaé (RJ), que comenzará a operar en 2023. También tiene etanol, a través de Raízen, donde es socia de Cosan.

Otra empresa que puede emprender el camino de las energías limpias en un futuro próximo es Enauta. La petrolera independiente revisará, en su próxima ronda de planificación plurianual en 2025, si empieza a migrar inversiones a energías renovables. Por el momento, dice su director general Decio Oddone, no es el momento de hacer esta diversificación.

La empresa, fuerte en gas, forma parte del consorcio de Campo de Manatí (BA), el mayor proveedor del Nordeste, y actualmente enfocada en el proyecto Atlanta, en la Cuenca de Santos, ve el mercado ofreciendo oportunidades para fuentes de energía fósil. Enauta también está interesada en expandirse a petróleo y gas. "Estamos activos en la búsqueda de adquisiciones", dice Oddone.

El sistema definitivo para el desarrollo de Atlanta, que comenzó la producción en 2018 con un sistema inicial, se aprobó a principios de este año. Requerirá US$ 1.200 millones en inversiones. “Estamos renovando un FPSO (un tipo de barco-plataforma) en Dubai. A mediados de 2024 comenzará a operar”, dice Oddone. La capacidad de producción será de 50.000 barriles de petróleo por día.

El FPSO que se instalará en el sistema final cuenta con tecnologías para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y los costos. El petróleo de Atlanta, recuerda Oddone, tiene un bajo contenido de azufre, lo que lo hace menos contaminante y le da a la empresa una ventaja competitiva. En las operaciones de Atlanta ya existen iniciativas para reducir las emisiones, como aumentar el consumo de gas asociado para la generación de energía.

Según Oddone, en unas décadas, cuando la transición energética ya esté avanzada y la demanda de petróleo caiga, solo quedarán las empresas que posean campos con menores costes y menores emisiones. “Lo que se privilegiará de entrada será el petróleo de bajo costo y bajas emisiones”, destaca el ejecutivo.

Según el presidente del Instituto Brasileño de Petróleo y Gas (IBP), Roberto Ardenghy, el sector invertirá US$ 183 mil millones en Brasil en los próximos diez años. También reveló, en la inauguración de Rio Oil & Gas, otros grandes números vinculados a la industria: para la próxima década, se espera generar 500 mil empleos y US$ 622 mil millones recaudados en las arcas públicas.

El sector, que actualmente produce 3,5 millones de barriles de petróleo equivalente (boe) por día y transporta 400 millones de litros de combustible a lo largo del país, tendrá un futuro descarbonizado, seguro, eficiente, diverso e incluyente, destacó el presidente del IBP. “Al contrario de lo que muchos creen, los combustibles fósiles no están excluidos de la transición energética. Son parte de la solución para la reducción de emisiones acordada en los acuerdos de París. Son complementarios a las fuentes renovables”, dice Ardenghy.

Fuente: Valor Econômico