México compró a Estados Unidos 5 mil 904 millones de pies cúbicos diarios de gas natural en marzo. No hay precedentes de una cifra así para ningún mes en la historia, de acuerdo con datos del gobierno del vecino país recopilados por su Administración de Información Energética (EIA, en inglés).
La dependencia que tienen los mexicanos de este insumo es conocida y los niveles actuales eran relativamente esperados a partir de la instalación de los nuevos ductos licitados durante la administración del presidente Enrique Peña Nieto.
El problema es el contexto. El precio acelera su ascenso y Pemex cada vez produce menos nacionalmente. Hay además una ironía involucrada: la petrolera a cargo de Octavio Romero cada vez desperdicia más este recurso.
Primero, lo del precio.
El gas natural se vende en Estados Unidos 50 por ciento más caro que hace un año y ya se ubica en niveles no vistos desde 2015. La perspectiva no es favorable. La EIA lanzó una advertencia. Pronosticó que los precios del gas natural en Estados Unidos aumentarán durante este año y la tendencia seguirá durante 2022.
¿La razón? El crecimiento esperado en el consumo de gas natural en ese país y las exportaciones.
México es el mejor cliente que Estados Unidos tiene para este producto en todo el mundo. Fue resultado de una ilógica caída en la producción de gas natural que no pudo detener la administración de Peña Nieto y ahora tampoco la del presidente Andrés Manuel López Obrador.
El primero prácticamente abandonó las inversiones de Pemex en la materia, y el actual detuvo cualquier posibilidad de que empresas privadas entren al sector. El problema es que el gobierno no tiene dinero para que Pemex pueda trabajar al respecto. ¿Resultado? La CFE y las fábricas lo traen de donde pueden.
Paralelamente, Estados Unidos permitió el vigente frenesí de inversiones en perforación y fracking de reservas fronterizas al sur de esa nación, lo que disparó la producción.
Además, promovió la aplicación de 100 mil millones de dólares de inversionistas en infraestructura que ya durante esta década permite convertirlo en petroquímicos en su lado de la costa del Golfo de México y exportar lo que quede a todo el mundo por medio de barcos que lo transportan ‘congelado’ en tanques de LNG.
La dinámica dio resultados: los estadounidenses multiplicaron más de cinco veces el volumen de exportación de gas natural al mundo en 10 años contados hasta marzo y específicamente la de envíos ultramarinos que no existía en 2016, sumó casi 11 mil millones de pies cúbicos diarios en marzo de este año.
Hay que ponerlo en perspectiva. Todo el gas natural producido en México sumó en marzo 4 mil 839 millones de pies cúbicos diarios, de acuerdo con datos de Pemex, cifra que cayó a 4 mil 671 millones, en abril. Luego, la misma petrolera abona a la hoguera con esta pincelada de descuido ambiental:
“En el primer trimestre de 2021 el aprovechamiento del gas hidrocarburo se ubicó en 85 por ciento. El crecimiento del envío de gas a la atmósfera ha sido originado por el incremento de la producción en los activos Ku-Maloob-Zaap y Cantarell; la falta de infraestructura para el acondicionamiento de gas en el campo Ixachi; fallas en la planta eliminadora de nitrógeno (NRU); mantenimiento y fallas de equipos de compresión, así como rechazos de los Centros Procesadores de Gas de PTRI”.
Dicho de otra manera, Pemex está perdiendo más de 712 millones de pies cúbicos diarios de gas natural, que representa 15 por ciento de su producción (imaginen si eso ocurriera con el petróleo) y ese volumen más otro tanto lo paga la CFE para que lo traigan del otro lado de la frontera. Como resultado, todo el sistema termina contribuyendo al calentamiento global como nunca antes.
Jonathan Ruiz Torre - Director general de Proyectos Especiales y Ediciones Regionales de El Financiero.
Fuente: El Financiero