El hombre de 35 años sentado en el consultorio psiquiátrico de David Avery era un ingeniero. "Le gustaba resolver problemas", cuenta.

Ilustración de nativos americanos durante un eclipse solar.
BBC Mundo

El problema que lo desconcertaba ese día de 2005 en que fue ingresado a la guardia psiquiátrica de Seattle, Estados Unidos, donde Avery trabajaba, eran sus cambios de humor. Cambiaban violentamente de un extremo a otro, a veces con fantasías suicidas o viendo y escuchando cosas que no estaban allí.

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