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Angola sufrió el pasado mes de mayo lo que muchos consideran una paradoja en un gran productor de crudo: una crisis de combustibles, la desaparición de gasolina de las estaciones de servicio. Algo tan increíble que hasta los angoleños expresaban su frustración. Durante días, la mayor parte de las gasolineras cerraron y en las pocas abiertas las colas de coches, motos y gente con bidones se extendían por kilómetros. Y muchos de los que hacían cola, después de horas de paciente espera, se encontraron a menudo con que la gasolinera había agotado sus existencias. Claro que siempre cabía la posibilidad de comprar unos litros en el mercado negro, eso sí, cuatro o cinco veces más caros.
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Angola sufrió el pasado mes de mayo lo que muchos consideran una paradoja en un gran productor de crudo: una crisis de combustibles, la desaparición de gasolina de las estaciones de servicio. Algo tan increíble que hasta los angoleños expresaban su frustración. Durante días, la mayor parte de las gasolineras cerraron y en las pocas abiertas las colas de coches, motos y gente con bidones se extendían por kilómetros. Y muchos de los que hacían cola, después de horas de paciente espera, se encontraron a menudo con que la gasolinera había agotado sus existencias. Claro que siempre cabía la posibilidad de comprar unos litros en el mercado negro, eso sí, cuatro o cinco veces más caros.
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