El sector minero celebra el apoyo de López Obrador, mientras los ambientalistas alertan del impacto en la sostenibilidad que tiene mantener la actividad.
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Cuando se acaba el carbón en una mina se dice que “se ha muerto”, cuenta Homero desde la cima de una excavación a cielo abierto de varias hectáreas de largo. En Coahuila, el Estado mexicano que tiene casi la totalidad de las reservas de este mineral en el país, el carbón es sinónimo de vida. Y su fin es algo que se parece a la muerte. “¿Qué haríamos todos nosotros si se acabara su explotación? Pues moriríamos de hambre, porque aquí no hay otra cosa que hacer”, dice este hombre.

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