Fuente: Portafolio
Así lo pronosticó el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos y lo corroboran las cifras de exportaciones del producto para los siete primeros meses del presente año, divulgadas por el Departamento de Comercio.
En efecto, los despachos de etanol para el consumo colombiano, contabilizaban hasta julio pasado US$43 millones, frente a una cifra total de US$19 millones de todo el 2017.
De acuerdo con las evaluaciones hechas sobre el mercado de biocombustibles en Colombia, la producción local de etanol aportada por las siete destilerías que procesan caña de azúcar en el Valle del Cauca y el Meta, podría alcanzar al concluir el año un volumen de aproximadamente 480 millones de libros, frente a una demanda estimada en alrededor de 620 millones de litros.
Factores como la autorización para llevar las mezclas de etanol en la gasolina motor, del 8 al 10%, y las limitaciones en la producción de caña, como también en la misma capacidad instalada en las destilerías del Valle, han estimulado la demanda y el crecimiento de las importaciones.
No obstante, se calcula que la expansión de la planta localizada en el Meta, para producir otros 120 millones de litros de etanol, reduciría la dependencia externa de este producto, en el mediano plazo. El incremento de la producción en esta región, está condicionada al incremento de la superficie cultivada de caña de azúcar hasta completar 20 mil hectáreas, a cargo de la empresa Boienergy, gestora del proyecto, según los analistas del Departamento de Agricultura.
Entre tanto, se estima que la producción de caña destinada a la obtención de etanol en el Valle del Cauca, ya representa un 40% del total, y está casi al tope, si se tienen en cuenta los requerimientos del mercado local de azúcar refinada cada vez más restringido.
EL FUTURO DEL ETANOL DE MAÍZ
Aunque el mercado colombiano se muestra muy atractivo para los exportadores estadounidenses desde que se liberaron las importaciones de etanol en Colombia, y se les dejó libres de impuestos, en desarrollo del Tratado de Libre Comercio (TLC), las autoridades de Washington tienen la preocupación de que recientes normas ambientales establecidas por el gobierno colombiano, puedan afectar las ventas de este producto.
Tal inquietud parte de las posibles restricciones que podrían afectar al etanol derivado del maíz, en lo que se refiere a emisiones de gases de efecto invernadero, por lo cual las autoridades estadounidenses, ya han realizado consultas ante la Organización Mundial de Comercio, por lo que consideran que dicha disposición podría interpretarse como un obstáculo técnico al comercio. Se indica, que de reafirmarse la decisión ambiental colombiana, la industria de combustibles local buscaría nuevos suministros de etanol de caña, en países como Perú o Centroamérica, en perjuicio de las ventas estadounidenses.
En la actualidad, Estados Unidos participa con más del 90% de los suministros de dicho combustible al mercado colombiano.
En consonancia con los compromisos internacionales suscritos por Colombia, como es el caso del Acuerdo de París sobre el Cambio Climático, el sector de biocombustibles deberá rebajar en un 20% las actuales emisiones de CO2, para el 2021, lo cual se traduce en un recorte de no menos del 60% sobre los niveles actuales de emisiones vinculadas a las mezclas de etanol en la gasolina motor. Tal condicionamiento repercutiría en forma directa en contra del etanol derivado de maíz, como es el producido masivamente por las destilerías estadounidenses. Por eso se plantea una reforma a las fórmulas de cálculo de las emisiones.
COMPRAS DE BIODIESEL
La creciente demanda de diesel en el mercado colombiano, sobre el consumo de gasolina, se han empezado a registrar algunas importaciones de biodiésel, (derivado de soya principalmente) provenientes de Brasil y Argentina, que ofrecen precios más bajos frente a la oferta local del producto obtenido del aceite de palma. Así las cosas, las importaciones de biodiésel de Suramérica, estarían en el rango de los 5 millones de litros durante el presente año. En Colombia, el porcentaje de mezcla de biodiésel en el combustible motor, subió del 9 al 10%.