FUENTE: EL DÍA
De manera definitiva, según un reporte del Diario Clarín, fechado ayer domingo, el gobierno argentino determinó “no terminar” con la construcción del Gasoducto del Noreste Argentino (GNEA), con el objetivo de importar gas desde Bolivia. El argumento es que en más de una década, el gasoducto insumió $us 2.300 millones, más del doble de su presupuesto original, pero con serios "vicios que irían desde la falta de planificación a licitaciones amañadas y sobreprecio".
El Gobierno desistió de terminar el Gasoducto del Nordeste, obra concebida para importar gas boliviano cuando no existía la generosa oferta potencial de Vaca Muerta. "La determinación que Javier Iguacel tomó como ministro de Energía deja en suspenso el destino de un tendido en el que durante más de una década el Estado desembolsó casi 2.300 millones de dólares", señala en partes salientes del reporte de la periodista Cledis Candelaresi. Sin embargo, la decisión de no seguir adelante con la obra concebida para importar gas de Bolivia no impediría la utilización de la infraestructura ya instalada para llevar gas por redes, en el futuro, pero invirtiendo el flujo original: del sur al norte.
En contexto. El GNEA fue licitado por tramos a partir del 2007 y debía estar terminado en el 2009. Pero las sucesivas modificaciones y controversias con los oferentes de cada tramo extendieron los plazos y multiplicaron con creces su presupuesto inicial. A poco de asumir Mauricio Macri, Enarsa pidió una auditoría general de la obra a la Sigen, concluida en abril del 2017.
Este trabajo identificó algunos pecados de origen como la falta de estudios de preinversión y análisis de la demanda futura que justificaran el emprendimiento. Como añadido: “falta de sustento económico financiero”, ya que la obra ni siguiera fue prevista en los presupuestos públicos. Según el informe firmado por los síndicos Ignacio Rial e Ignacio Días Zavala en abril del 2017, describe la investigación de Candelaresi, los contratos en ejecución sumaban $us 217.912.015. Y según la última versión del proyecto, solo se había concretado el 66,15% del avance: “la obra faltante implicaba desembolsar $us 563.200.000”.
Ese esfuerzo fiscal fue una causa de desaliento que se sumó a la idea de que el gas no convencional de Neuquén alcanzará para alimentar el circuito desde el sur. Y lo más preocupante. Según El Clarín, la decisión descarta de hecho a Bolivia como proveedora a futuro de los 26 millones de metros cúbicos diarios comprometidos en un contrato que vence en el 2026 y que algunos especialistas reivindican como “el más barato” de los importados.
También representa rescatar solo parcialmente la enorme infraestructura esparcida por el Nordeste a través de contratos dados de baja, aún sin la conclusión de las obras. El Gasoducto del Nordeste fue declarado de interés nacional por el decreto 267/07 en el que se previó una inversión total de $us 1.382.557.000 para 1.500 kilómetros de extensión. Pero sufrió una metamorfosis constante, con cambios realizados con procedimientos que no siempre honraron las formalidades exigidas por ley.
De manera definitiva, según un reporte del Diario Clarín, fechado ayer domingo, el gobierno argentino determinó “no terminar” con la construcción del Gasoducto del Noreste Argentino (GNEA), con el objetivo de importar gas desde Bolivia. El argumento es que en más de una década, el gasoducto insumió $us 2.300 millones, más del doble de su presupuesto original, pero con serios "vicios que irían desde la falta de planificación a licitaciones amañadas y sobreprecio".
El Gobierno desistió de terminar el Gasoducto del Nordeste, obra concebida para importar gas boliviano cuando no existía la generosa oferta potencial de Vaca Muerta. "La determinación que Javier Iguacel tomó como ministro de Energía deja en suspenso el destino de un tendido en el que durante más de una década el Estado desembolsó casi 2.300 millones de dólares", señala en partes salientes del reporte de la periodista Cledis Candelaresi. Sin embargo, la decisión de no seguir adelante con la obra concebida para importar gas de Bolivia no impediría la utilización de la infraestructura ya instalada para llevar gas por redes, en el futuro, pero invirtiendo el flujo original: del sur al norte.
En contexto. El GNEA fue licitado por tramos a partir del 2007 y debía estar terminado en el 2009. Pero las sucesivas modificaciones y controversias con los oferentes de cada tramo extendieron los plazos y multiplicaron con creces su presupuesto inicial. A poco de asumir Mauricio Macri, Enarsa pidió una auditoría general de la obra a la Sigen, concluida en abril del 2017.
Este trabajo identificó algunos pecados de origen como la falta de estudios de preinversión y análisis de la demanda futura que justificaran el emprendimiento. Como añadido: “falta de sustento económico financiero”, ya que la obra ni siguiera fue prevista en los presupuestos públicos. Según el informe firmado por los síndicos Ignacio Rial e Ignacio Días Zavala en abril del 2017, describe la investigación de Candelaresi, los contratos en ejecución sumaban $us 217.912.015. Y según la última versión del proyecto, solo se había concretado el 66,15% del avance: “la obra faltante implicaba desembolsar $us 563.200.000”.
Ese esfuerzo fiscal fue una causa de desaliento que se sumó a la idea de que el gas no convencional de Neuquén alcanzará para alimentar el circuito desde el sur. Y lo más preocupante. Según El Clarín, la decisión descarta de hecho a Bolivia como proveedora a futuro de los 26 millones de metros cúbicos diarios comprometidos en un contrato que vence en el 2026 y que algunos especialistas reivindican como “el más barato” de los importados.
También representa rescatar solo parcialmente la enorme infraestructura esparcida por el Nordeste a través de contratos dados de baja, aún sin la conclusión de las obras. El Gasoducto del Nordeste fue declarado de interés nacional por el decreto 267/07 en el que se previó una inversión total de $us 1.382.557.000 para 1.500 kilómetros de extensión. Pero sufrió una metamorfosis constante, con cambios realizados con procedimientos que no siempre honraron las formalidades exigidas por ley.