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"Imagine una botella de soda. Piense qué pasaría si la agitamos con fuerza y la destapamos. Al hacerlo, todo ese gas acumulado saldrá volando", explica a este diario el director del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred), Hugo Delgado. Algo similar le ha ocurrido al volcán Popocatépetl después del terremoto que sacudió el centro de México el pasado 19 de septiembre y que se ha cobrado más de 330 vidas. El seísmo también removió las entrañas del coloso de más de 5.400 metros de altura y este miércoles amaneció con una fumarola de dos kilómetros, con vapor de agua y ceniza, recordándole al centro del país que está más vivo que nunca. Y a 60 kilómetros de la capital.
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"Imagine una botella de soda. Piense qué pasaría si la agitamos con fuerza y la destapamos. Al hacerlo, todo ese gas acumulado saldrá volando", explica a este diario el director del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred), Hugo Delgado. Algo similar le ha ocurrido al volcán Popocatépetl después del terremoto que sacudió el centro de México el pasado 19 de septiembre y que se ha cobrado más de 330 vidas. El seísmo también removió las entrañas del coloso de más de 5.400 metros de altura y este miércoles amaneció con una fumarola de dos kilómetros, con vapor de agua y ceniza, recordándole al centro del país que está más vivo que nunca. Y a 60 kilómetros de la capital.
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