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Los nombres de los pueblos los carga el diablo. Uno de los ranchos más maltratados por el huracán María, se llama Villa Calma. Y allí, este domingo por la tarde, Carmen Navedo seguía sentada en una silla en la segunda planta de su casa desde que se subió el miércoles –cuatro días antes, cien horas atrás– escapando de la inundación de la planta baja, donde el agua subió veloz, demente, mortal, hasta tres metros.
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Los nombres de los pueblos los carga el diablo. Uno de los ranchos más maltratados por el huracán María, se llama Villa Calma. Y allí, este domingo por la tarde, Carmen Navedo seguía sentada en una silla en la segunda planta de su casa desde que se subió el miércoles –cuatro días antes, cien horas atrás– escapando de la inundación de la planta baja, donde el agua subió veloz, demente, mortal, hasta tres metros.
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