Morales dijo que los ecologistas y las ONG ayudan al imperio a frenar el desarrollo de los más pobres. Dirigentes benianos atacan a Costas. Los Demócratas culpan al MAS de sembrar la división en el país
FUENTE: EL DEBER

Para Evo Morales, la oposición a la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos tiene uno de sus orígenes en “el sectarismo de algunas regiones que no quieren que Beni se integre al eje central”. Solo 25 minutos después de estampar su firma y promulgar la Ley 969 de Protección del Tipnis, sin nombrar a Santa Cruz, el mandatario se unió a los discursos que veían la mano de los cruceños en las protestas que se oponían a que se derogue la Ley 180 que declaraba al Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (Tipnis) como territorio intangible.

El platillo volador, un coliseo situado dentro de la circunvalación de Trinidad, fue llenado por representantes de instituciones benianas que festejaron la promulgación de una ley que consideran vital para su desarrollo, ya que les permitirá construir su primera carretera que los conecte con el occidente del país sin pasar por el departamento de Santa Cruz. Desde muy temprano la cancha del coliseo fue colmada con hombres y mujeres tsimanes traídos desde Oromomo y La Asunta, dos pueblos del Tipnis. Una mujer tsimane -con su hija- se convirtió en un imán para las cámaras que aún no conocen su monte. La tela rústica de sus vestidos, las semillas convertidas en collares, el sombrero de palma pequeño se transformaron en folclore dentro del coliseo de techo grandilocuente.

En el centro del gentío se podían leer letreros de gente llegada desde Oromomo, San Pablo del Isiboro, Santísima Trinidad, Puerto San Lorenzo, San Miguelito, Limo del Isiboro. Todos del Tipnis. Unas tienen carretera que los conecta por Chapare con el país, las otras son un mapa de las pistas de aterrizaje al interior de la reserva y desde allí fueron traídos para apoyar una carretera que en muchos casos pasará lejos de sus casas. Más tarde llegó el pueblo Tsimane, conocido por andar a pie al costado del camino, que ahora pide la carretera por el Tipnis a la cabeza de uno de sus líderes, el alcalde de San Borja, Jorge Áñez.

Detrás de ellos entraron sus vecinos, los colonizadores de Yucumo, el pueblo de migrantes andinos que bloqueó la octava marcha indígena en Chaparina. Alrededor de los indígenas estaban los ganaderos, transportistas, comerciantes y funcionarios públicos que veían en la ley un instrumento que les cambiará las vidas, que los integrará con el mundo, con los puertos del Pacífico, como dijo el rector de la Universidad Autónoma José Ballivián, de Beni. El primero en hablar fue Álex Ferrier.

“Ahora nos toca a los moxeños hacer carreteras e integrarnos al resto del país como hicieron los demás”, arengó el gobernador de Beni, al comenzar su discurso. Luego hizo un recuento de las veces que se prometió esta carretera, desde Siles Zuazo hasta Sánchez de Lozada y aseguró que para abrir el tramo que falta solo será necesario desmontar unas 600 hectáreas y reclamó a los ecologistas por qué no van a reclamarle a los cruceños que cada año desmontan 200.000 hectáreas. Esto fue respondido por Fernando Cuéllar, presidente del Comité pro Santa Cruz, que consideró que Ferrier está desubicado, que Santa Cruz no se opone a la construcción de una carretera, pero sí a la destrucción de un parque que incluso la Administradora Boliviana de Carreteras ha propuesto rutas alternas que no quieren ser escuchadas y que es lamentable que autoridades gubernamentales denuncien que en el Tipnis hay coca ilegal y narcotráfico y no controlen la zona, cuando es su obligación hacerlo.

Ahí abrió la puerta para que el sentimiento anticruceño se exprese en los discursos que lo sucedieron. Isidro González, representante de los transportistas, fue el más directo y llamó al gobernador Rubén Costas “macaco mayor” y lo acusó de mantener a los huelguistas de la plaza 24 de Septiembre. Su colega del transporte libre subió el tono: “Compañeros de la derecha, ¡carajo!, no se metan con Beni, queremos desarrollo e integración”. A los Demócratas la declaración no les hizo nada de gracia.

El opositor Tomás Monasterio, diputado cruceño de ese partido, fue el primero en salir en defensa de su líder y calificó de “calumnia infundada y fantasiosa” la acusación de que Costas esté detrás de las movilizaciones de protesta en Santa Cruz contra la anulación de la intangibilidad del Tipnis. “Rechazamos esas acusaciones temerarias”, dijo, para luego asegurar que “no existe un solo alegato constitucional sólido para fundamentar la barbarie antiecológica de la ley impuesta por el líder de los cocaleros en Bolivia. Por eso, el que no sabe qué decir, recurre a los insultos”. En los discursos de Trinidad, después de González, le siguió Domingo Nogales, presidente de la Subcentral Tipnis oficialista, que aseguró que los dirigentes que están en huelga en Santa Cruz lo único que buscan es llenarse los bolsillos de plata y remató un dirigente campesino que arengó: “Basta ya de ser el patio trasero de Santa Cruz, de regalarle nuestros productos a precio de gallina muerta. Por suerte ahora no tenemos un ministro de la Cainco para que vuelva a trancar la carretera”, en alusión a Claudio Mansilla, exministro de Tuto Quiroga, al que la dirigencia beniana responsabiliza porque el camino hasta Santísima Trinidad (hoy en el Conisur) no se haya abierto en 2001.

Así de caliente le dejaron la audiencia a Evo Morales, que recibió un vitoreo de coliseo romano que hace mucho no se veía en un acto público. Luego de firmar la ley, el presidente habló de cómo el ecologismo global quiere que los países pobres preserven sus bosques mientras los ultraindustrializados provocan el cambio climático.

Precisamente, Peter Brennan, encargado de negocios de la embajada de EEUU en Bolivia, se ha referido a estas sindicaciones en una entrevista divulgada hoy por ANF: “Cada país debe hacer su parte y les afecta directamente en su país y culpar a Estados Unidos no tiene sentido”. Del Tipnis prefirió no opinar.

Morales aseguró que hay ONG que se enriquecen captando recursos de los fondos de carbono y habló de cómo muchos ecologistas hablan del Tipnis sin nunca haber pisado el territorio. También cargó contra los dirigentes que se oponen a la carretera, a los que acusó de haber abandonado el territorio hace años para instalarse en la comodidad de las ciudades. Antes de despedirse, Morales aseguró que las carreteras traen progreso inmediato, que provocan que se funden nuevas ciudades y que los que antes estaban aislados puedan sacar su producto. “Los que rechazan esta ley son enemigos del departamento de Beni”, remató luego el mandatario, ante el griterío de un auditorio entregado. Para Monasterio: “Es una vergüenza que el presidente de los bolivianos, que debería promover la unidad de las regiones como hermanas que son, sea el primero en sembrar la intriga y la división para ocultar los afanes expansionistas cocaleros”. Ahora corre el plazo de 180 días para reglamentar la ley. Allí se verá el alcance de la afectación del Tipnis.