Jesús Rosales, un venezolano de 24 años, crítico de las políticas de su gobierno, interrumpe el protocolo de Migración a un costado de la fila. Quiere abrazar una última vez a su tía y a dos amigas bajo el cielo nublado.
BBC Mundo

La brisa -fría, mas no gélida- jadea tenue a la 1:03 de la tarde de este sábado en el pliegue fronterizo que une al occidente de Venezuela y el oriente de Colombia. Huele a monte y arena húmedos. El bullicio quedó proscrito a San Antonio, un pueblo venezolano que se enclava en las montañas decenas de metros atrás. Las aguas del río Táchira apenas se escuchan. El bolso y el morral que el muchacho carga a cuestas incomodan la despedida. Todos sollozan. Una leve llovizna les baña, pero él suda. Está demacrado. El adiós interrumpe la formalidad en el Puente Internacional Simón Bolívar, principal cruce migratorio entre ambas naciones.

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Gente cruza el Puente Internacional Simón Bolívar.