BBC Mundo
La brisa -fría, mas no gélida- jadea tenue a la 1:03 de la tarde de este sábado en el pliegue fronterizo que une al occidente de Venezuela y el oriente de Colombia. Huele a monte y arena húmedos. El bullicio quedó proscrito a San Antonio, un pueblo venezolano que se enclava en las montañas decenas de metros atrás. Las aguas del río Táchira apenas se escuchan. El bolso y el morral que el muchacho carga a cuestas incomodan la despedida. Todos sollozan. Una leve llovizna les baña, pero él suda. Está demacrado. El adiós interrumpe la formalidad en el Puente Internacional Simón Bolívar, principal cruce migratorio entre ambas naciones.
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La brisa -fría, mas no gélida- jadea tenue a la 1:03 de la tarde de este sábado en el pliegue fronterizo que une al occidente de Venezuela y el oriente de Colombia. Huele a monte y arena húmedos. El bullicio quedó proscrito a San Antonio, un pueblo venezolano que se enclava en las montañas decenas de metros atrás. Las aguas del río Táchira apenas se escuchan. El bolso y el morral que el muchacho carga a cuestas incomodan la despedida. Todos sollozan. Una leve llovizna les baña, pero él suda. Está demacrado. El adiós interrumpe la formalidad en el Puente Internacional Simón Bolívar, principal cruce migratorio entre ambas naciones.
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