FUENTE: EL MUNDO
“Una de las cosas que hay que recalcar, además de ser el país de mayor crecimiento de la región es que es el más estable”, indicó en entrevista con medios estatales. El modelo productivo, que se implementó tras la llegada del presidente Evo Morales al Gobierno, en 2006, apuesta al mercado interno y a la soberanía productiva, para hacer frente a los cambios climáticos que evidentemente dañan la producción; sin embargo, el país supo salir adelante porque diversificó su oferta. Tal es así, dijo la autoridad, que la agricultura “reaccionó”, en comparación con el pasado año, y logró alcanzar mejores niveles de crecimiento.
El ministro de Economía anticipó que para fin de año el crecimiento económico será parecido al de 2016, cuando cerró con 4,3%, uno de los más altos de la región, pero también uno de los que tiene mayor “estabilidad”. Mencionó que a lo largo de los últimos 11 años hay países que crecieron más que Bolivia, pero no mantuvieron ese ascenso como en el caso del país.
“Apostamos a la demanda interna que se va alimentando gracias a la inversión pública, importante es que antes del presidente era de 600 millones de dólares, mientras que este año es de 6.000 millones de dólares, hemos multiplicado por 10 esta inversión”, indicó.
Aseguró también que los ingresos que genera la actividad hidrocarburífera en el país tienen cada vez “menos peso” frente a las utilidades de las empresas, que se convirtieron en un factor del dinamismo de la economía en Bolivia. “Cada vez el tema de los hidrocarburos, si bien son importantes los ingresos, pero cada vez tienen menos peso desde el punto de vista del ingreso nacional, y uno de los principales rubros donde tenemos ingresos es el ingreso por el IUE, entonces que nos está dando eso, las empresas siguen generando utilidades y manejando un dinamismo en la economía “, manifestó.
Según datos oficiales a 2016 se crearon en el país 12.000 empresas. Con esa explicación, Guillén desvirtuó el análisis que hacen los opinadores que señalan que la sostenibilidad de la economía y del modelo productivo se basan en los precios internacionales de los hidrocarburos.
“Una de las cosas que hay que recalcar, además de ser el país de mayor crecimiento de la región es que es el más estable”, indicó en entrevista con medios estatales. El modelo productivo, que se implementó tras la llegada del presidente Evo Morales al Gobierno, en 2006, apuesta al mercado interno y a la soberanía productiva, para hacer frente a los cambios climáticos que evidentemente dañan la producción; sin embargo, el país supo salir adelante porque diversificó su oferta. Tal es así, dijo la autoridad, que la agricultura “reaccionó”, en comparación con el pasado año, y logró alcanzar mejores niveles de crecimiento.
El ministro de Economía anticipó que para fin de año el crecimiento económico será parecido al de 2016, cuando cerró con 4,3%, uno de los más altos de la región, pero también uno de los que tiene mayor “estabilidad”. Mencionó que a lo largo de los últimos 11 años hay países que crecieron más que Bolivia, pero no mantuvieron ese ascenso como en el caso del país.
“Apostamos a la demanda interna que se va alimentando gracias a la inversión pública, importante es que antes del presidente era de 600 millones de dólares, mientras que este año es de 6.000 millones de dólares, hemos multiplicado por 10 esta inversión”, indicó.
Aseguró también que los ingresos que genera la actividad hidrocarburífera en el país tienen cada vez “menos peso” frente a las utilidades de las empresas, que se convirtieron en un factor del dinamismo de la economía en Bolivia. “Cada vez el tema de los hidrocarburos, si bien son importantes los ingresos, pero cada vez tienen menos peso desde el punto de vista del ingreso nacional, y uno de los principales rubros donde tenemos ingresos es el ingreso por el IUE, entonces que nos está dando eso, las empresas siguen generando utilidades y manejando un dinamismo en la economía “, manifestó.
Según datos oficiales a 2016 se crearon en el país 12.000 empresas. Con esa explicación, Guillén desvirtuó el análisis que hacen los opinadores que señalan que la sostenibilidad de la economía y del modelo productivo se basan en los precios internacionales de los hidrocarburos.