En entrevista con Los Tiempos, habló de los pilares e hitos de su gestión y destacó la consolidación de un modelo de desarrollo exitoso, que ha logrado respeto de los países y no se ideologizó.
El expresidente de la CAF, Enrique García, quien presidió esta entidad por 25 años, destacó la situación macroeconómica de Bolivia, pero señaló que hay que cuidarla y “no debe dormirse”. En entrevista con Los Tiempos, habló de los pilares e hitos de su gestión y destacó la consolidación de un modelo de desarrollo exitoso, que ha logrado respeto de los países y no se ideologizó.
 
El ahora expresidente del Banco de Desarrollo de América Latina-CAF, el economista boliviano Enrique García, recuerda cómo llegó en 1991 a dirigir este máximo organismo multilateral y los desafíos que se planteó en ese entonces, los que fueron catalogados como “locos” y los pilares que construyó en los 25 años de gestión, para hacer de CAF la mayor entidad financiera de desarrollo de la región.

 
La institución, un banco de desarrollo creado en 1970, en un principio se circunscribía a cinco países: Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela, y ahora cuenta con 19 miembros (17 de América Latina y el Caribe, más España y Portugal) y 13 bancos privados de la región.
 
El exministro de Planeamiento, en entrevista vía teléfono con Los Tiempos, realizó un recuento de los hitos que cambiaron de forma sustantiva la entidad CAF y los desafíos que le esperan. Además, se refirió al crecimiento de la región, a la integración por la actual coyuntura fragmentada y la situación que viven Bolivia y otros países de la región.
 
 
—¿Cómo evalúa esos 25 años de gestión en CAF?
 
—Ha sido una experiencia fantástica porque fue posible llevar adelante una institución que había tenido un origen muy interesante, pues los que hicieron el convenio constitutivo hicieron un convenio muy creativo, muy bueno. CAF nació bajo la sombrilla del grupo andino y mis antecesores hicieron el trabajo que tocaba en esa época.
 
No pensé que iba a estar 25 años, tal vez 5 o 10 años, no más.
 
—¿Cómo llega a presidir la entidad?
 
—Yo había conocido a CAF por las funciones que desempeñé en otras entidades; cuando estaba en el Banco Interamericano de Desarrollo, donde tuve una carrera de 17 años, uno de mis cargos fue el de director del Área de Industrias e Instituciones Financieras y tenía como responsabilidad la relación del BID con la banca de desarrollo de América Latina y el Caribe. En ese marco, conocí todas las instituciones de desarrollo regionales, entre ellas CAF, y pude ayudar en los años 80 al presidente de esa entidad en hacer las políticas y su organización, entonces conocí la institución por dentro.
 
Luego, como ministro de Planeamiento (1989-1991) y como miembro del directorio, se planteó la posibilidad de presidirla. En un viaje a Japón acompañando al presidente Jaime Paz Zamora, coincidí con el canciller colombiano Luis Adolfo Jaramillo, quien fue mi jefe en el BID y me propuso ser candidato el siguiente año a la presidencia de CAF, por la experiencia que tenía y que Colombia me apoyaría.
 
—Ya en CAF, ¿qué retos se planteó para ese cambio?
 
—Me planteé (…) que no debería quedarse en casa como una institución simplemente andina de los cinco países; para tener peso tenía que ser una institución de carácter regional latinoamericana. (…) Que la propiedad esté en países emergentes (…).
 
—¿Dónde entra el componente de desarrollo?
 
—CAF debería incursionar en las áreas de mayor impacto al desarrollo (…) Entonces, el primer día planteé estos tres temas y pensaron que estaba loco, me dijeron que ampliar era muy difícil y que mantener sería imposible; tercero, que entrar al mercado de capital y el grado de inversión, eso no era posible y cuarto, infraestructura, no, pues era para instituciones grandes como el BID o el BM.
 
La combinación de estos factores fue el catalizador para lograr que Brasil, Argentina, Uruguay y todos los demás ingresaran. Fernando Henrique Cardoso (Brasil) me dijo si podría pensar en financiar proyectos, como carreteras que unan Brasil con Venezuela, o gasoductos para que Bolivia que acababa de descubrir gas, pueda exportar, dije que en ese momento no era posible pero que eso se haría. En efecto, logramos que CAF cambie su política y se abra la posibilidad para financiar proyectos de infraestructura, de integración y ese fue el contexto que llevó a CAF a convertirse en la principal multilateral financiadora de infraestructura de América Latina (…).
 
—¿Qué aspectos se priorizaron en la nueva agenda?
 
—La constitución del organismo, donde todos los miembros tienen el mismo voto, permitió definir una agenda integral de desarrollo que nos llevó a explicar los objetivos de estabilidad macroeconómica, eficiencia microeconómica, inclusión social y equidad, y equilibrio ambiental con miras a apoyar los países (…) no sólo en el financiamiento de programas y proyectos, sino también un desarrollo en otros temas claves en el desarrollo (…) para crear nuevos productos y servicios y convertirse en puente que facilite el relacionamiento de América Latina con las otras regiones del mundo.
 
—¿Cuánto creció, entonces, en estos 25 años?
 
—Cuando yo llegué, CAF tenía cinco países, ahora tiene 19. (…) Prestaba un promedio de 600 a 800 millones de dólares año. Ahora es una institución que aprueba unos 13.000 millones al año en el ámbito de la inversión, diversificándose en sectores de infraestructura económica y social, está energía, carreteras, telecomunicaciones, agua, vivienda, educación y salud. Atiende tanto al sector público como privado, eso ha hecho que los activos de la institución, que eran de 700 millones de dólares, hoy sean de 36.000 millones de dólares.
 
 
 
Alejados de la política
 
—¿Por qué se quedó tantos años?
 
—Porque estuvimos continuamente reinventando la maquinaria, con un criterio importante que la política no intervenga en ningún cargo. El único cargo político porque lo eligen es el presidente, el resto de los cargos es por concurso, guardando el equilibrio de racionalidad, pero no de imposiciones. Por estos factores, es un modelo interesante de institución.
 
—¿Esa independencia es la que ha permitido que crezca?
 
—Desde el punto de vista de la institución, creo que sí. La clave ha sido el haber logrado el respeto de los países, el no haber ideologizado la institución, el no tratar de imponer esquemas de desarrollo, respetar las ideologías diversas, ser muy consistentes técnicamente, porque los resultados financieros son muy satisfacciones, al igual que los administrativos, y al mismo tiempo se cumple el rol importante en desarrollo, apoyo a la pequeña empresa, en el desarrollo de líderes jóvenes y otros temas. La parte intelectual ha sido muy importante en la cadena de relacionamiento con las principales universidades de Estados Unidos, América Latina y Europa, con las cuales se hacen eventos, conferencias, seminarios, pasantías. Es un banco de desarrollo, no es comercial, es un actor catalizador no sólo de financiamiento sino de ideas, de mirar el futuro y tratar de preparar a los países a lo que va hacer mañana y no sólo ser complacientes con el pasado y el presente.
 
 
 
HOJA DE VIDA
 
Luis Enrique García Rodríguez, economista paceño.
 
Fue ministro de Planeamiento y jefe del gabinete Económico y Social entre 1989 y 1991 con el presidente Jaime Paz Zamora (1989-1993).
 
Ha desarrollado funciones en organismos supranacionales como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
 
Presidió CAF-Banco de Desarrollo de América Latina desde diciembre de 1991, concluyó su gestión el pasado 31 de marzo, tomó el relevo el exmininistro de Economía y Finanzas peruano Luis Carranza Ugarte.
 
Es presidente de RIAL, una institución independiente formada por altos dirigentes de la región que tiene labores de análisis sobre integración y relaciones internacionales, donde sustituyó al expresidente chileno Ricardo Lagos (2000-2006).
 
 
 
“América Latina derrochó su bonanza”
 
América Latina ha pasado en estos 25 años muchas cosas. Cuando yo llegué a CAF, estaba saliendo de la peor crisis de las década de 80 (…). El 2000 vino una bonanza sin precedentes, un desarrollo que llevó a que América Latina tenga un impacto externo, por el precio alto de las materias primas (petróleo, gas y minerales). (…) Se resolvieron varios temas macroeconómicos y la bonanza vino acompañada de inclusión social, se detuvo la pobreza, varios países mejoraron, pero todavía hay problemas serios de inequidad.
 
Lo negativo es que fueron muy complacientes, en lugar de aprovechar esa bonanza para hacer cambios estructurales profundos que nos lleven a un modelo de ventaja competitiva, no tan dependiente de la materia prima, no hizo lo que había que hacer, eso es lo malo.
 
Otra cosa negativa es que la integración regional se fragmentó por razones ideológicas de diversa índole en el grupo andino. Mercosur, ALBA, hay problemas, es una integración bastante fragmentada. Todos dicen sí (a la integración), pero se está atravesando una situación no muy favorable, salvo algunos países.
 
 
 
¿Qué desafíos tiene Bolivia hoy y a futuro?
 
La relación de CAF-Bolivia es excelente, en estos 25 años pasaron muchos Gobiernos. No me tocó una crisis como la que hubo en años anteriores, hubo altas y bajas, pero ha tenido un crecimiento (económico) continuo, se ha reducido la pobreza y hay inclusión social. Eso es lo positivo.
 
Ahora lo que falta es pensar cómo saltar del modelo tradicional, con ventajas competitivas, a un modelo que se adecue a la cuarta dimensión industrial que va venir en el mundo de aquí a 20 a 25 años.
 
Ahí está el desafío, la oportunidad está dada porque Bolivia no está en crisis, pero las condiciones no son las mismas y hay que tener mucho cuidado. La macroeconomía hay que cuidarla todo el tiempo, es una condición necesaria pero no suficiente. Bolivia tiene defensas, pero no puede dormirse; lo he dicho muchas veces y repito, camarón que se duerme, amanece ceviche (dicho ecuatoriano).
 
Entonces hay que tener mucho cuidado en tomar acciones para futuro, definir agendas de desarrollo consensuadas que combinen temas de estabilidad económica, competitividad microeconómica, inclusión y equidad social, y lo ambiental.