Un nuevo tipo de aurora boreal, situada más al sur de lo habitual, tiene intrigada a los investigadores.

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Durante siglos, los humanos vieron las auroras boreales como una especie de cortinas verdosas o rojizas. La ciencia explicó después los fenómenos detrás del espectáculo. El origen de aquellas luces en el cielo se encontraba en las partículas cargadas que viajan con el viento solar. Al llegar a la atmósfera terrestre, se ven redirigidas por la magnetosfera terrestre, que las concentra en las regiones polares. Allí, chocan contra los átomos y las moléculas atmosféricas y excitan a los electrones que los rodean. Como los electrones tienden a regresar a su estado normal, liberan la energía que les transmitieron los mensajeros solares y lo hacen emitiendo luces de colores. El oxígeno emite la luz verde y la roja y el nitrógeno la azul.

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