Una tasa de paro en mínimos de ocho años, 15 trimestres consecutivos de crecimiento, caída del déficit público al nivel previo a la crisis... Los 19 países de la unión monetaria encadenan datos positivos. Pero algunos riesgos siguen latentes.
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La escena era habitual. Organismos como la Comisión Europea o el Fondo Monetario Internacional se veían obligados a desdecirse y revisaban a la baja sus proyecciones de crecimiento para la eurozona. Con frustrante insistencia, la realidad se empeñaba en ser peor de lo que parecía. Pero la tendencia se ha invertido. Una década después del estallido de una crisis que nunca ha terminado de irse, el optimismo parece haberse instalado en la eurozona.

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