El presidente recibe en la Casa Blanca a los ejecutivos de General Motors, Ford Motor y Fiat Chrysler tras amenazarles con aranceles significativos.

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Donald Trump, en su segundo día laborable como presidente, dio un nuevo empujón a los grandes fabricantes de Detroit para que eleven la producción de coches que vayan a vender en el mercado estadounidense. El mensaje político lo acompañó con la promesa de incentivos económicos para que construyan sus plantas de ensamblaje. El reto está en dónde se encuentra el punto intermedio. El presidente celebró un desayuno en la Casa Blanca con los consejeros delegados de General Motors, Mary Barra; Ford Motor, Mark Fields, y del grupo Fiat-Chrysler, Sergio Marchionne. La retórica de Donald Trump hacia al sector se apoya en un dato: los tres fabricantes importaron el año pasado 2,26 millones de coches. Se trata de pequeños utilitarios donde el margen de beneficio es estrecho.

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