Fuente: Cronista
El Gobierno había concentrado su esfuerzo inicial en determinar un sendero de precios para el sector. El Plan Gas y el subsidio al precio interno del crudo (conocido como el barril criollo) aseguraban valores sostén a los productores. Se le sumó la actualización del precio en boca de pozo, con una fórmula de ajuste que llega al menos hasta 2019. Sin embargo, las inversiones no se activaron. Por el contrario, hubo frenos notorios como el de la propia YPF.
El precio internacional bajo achicó el flujo de fondos de las empresas y su capacidad de endeudarse. Por esa razón, los grandes jugadores fueron muy selectivos a la hora de elegir un terreno para crecer.
Ahora el Plan Gas fue extendido a 2019, aunque para su vencimiento para el denominado gas nuevo reconocerá un valor descendente de u$s 7,50 a u$s 6,50. Su vigencia hasta ahora favoreció un alza de 5% en la producción de gas, y la expectativa del sector privado es que esa cifra se multiplique.
Todavía no se conoce la letra chica del acuerdo firmado ayer. Tampoco el que establece la convergencia del barril criollo al precio de mercado. Pero crea un encuadramiento que por lo menos ya agradó a los inversores. La inversión requerida para desarrollar un pozo de shale era de u$s 14 millones, y el objetivo es reducir ese costo a u$s 9 millones (que todavía será 30% superior a lo que cuesta en EE.UU.). La esperanza oficial es que los dólares petroleros empiecen a fluir. Una vez más, la pelota quedó del lado de las empresas.