Todavía se siente el olor fétido proveniente de los restos de una vaca que murió el 7 de mayo, el mismo día en que se informó de la fuga de amoniaco en la planta de urea. La única explicación que encuentra Elena Tapia, su propietaria, es que el animal pereció luego de beber el agua contaminada del arroyo Muñecas, que atraviesa su parcela.