El boom del shale permitió acumulación de deuda en exceso y la sobreproducción ocasionó precios por debajo del punto de equilibrio.
TNS LATAM

Un auge de quiebras ha golpeado durante 2019 a la industria del petróleo y el gas, el caso es que la tendencia anticipa que esto apenas comienza. Los inversores han perdido su interés por el Shale, y su deuda energética se ha convertido en una de las menos deseables del mercado.
 
¿Qué significa realmente el deterioro de US$ 10 mil millones reportado por Chevron? La industria ha estado moviéndose al borde de una histeria colectiva durante gran parte del año 2019, cuando un número récord de empresas energéticas se retiró.
 
Según el bufete de abogados de Energía y Reestructuración Hayes and Boone's, un total de 50 compañías de energía se declararon en bancarrota durante los primeros nueve meses del año, incluyendo 33 productores de petróleo y gas, 15 compañías de servicios de yacimientos petrolíferos y dos compañías del midstream.
 
Al colocarlo en retrospectiva y compararlo con el 2018, solo 43 empresas de petróleo y gas se declararon en quiebra durante ese año. La mayor quiebra del 2018 y catalogada como la más grande desde el 2016, fue la de EP Energy, que se declaró en quiebra en octubre y no pudo pagar una deuda de 5,000 millones de dólares.
 
Las empresas han acumulado deuda en exceso
 
China anuncia nuevas exenciones arancelarias para productos químicos y petroleros de EEUU Durante el último auge del shale los perforadores norteamericanos se abarrotaron de deuda que estaba disponible muy fácilmente, lograron capitalizar los inversionistas y financistas que estaban dispuestos a apostar sobre la premisa de que las operaciones de fracking podrían ser significativamente más baratas y más eficientes que las de los perforadores convencionales.
 
Como consecuencia de la inversión intensiva en perforación, al poco tiempo, los mercados petroleros se inundaron de productos que superaba con creces la demanda. En lo que pocos podían prever, los Estados Unidos se convirtieron en el mayor productor mundial de petróleo, con una producción de casi 13 millones de barriles diarios que los convirtió de importadores netos a exportadores netos de crudo. Como era de esperar, los precios se hundieron por un margen considerable, cayendo a niveles muy por debajo del punto de equilibrio de muchos perforadores.
 
De repente, los inversionistas se volvieron cautelosos con la industria del shale y la deuda energética se convirtió en un tema muy sensible.
 
Los inversores tienen buenas razones para ser cautelosos
 
Las compañías con bonos catalogados como basura (junk-rated bonds) han estado incumpliendo los pagos de intereses a niveles récord, mientras que docenas de perforadores más pequeños que se habían cargado con demasiada deuda han estado cayendo masivamente en bancarrota.
 
Las sanciones de EEUU llegan tarde para detener el Nord Stream 2 Como lo reportó CNBC, líder mundial en noticias de negocios y cobertura del mercado financiero en tiempo real: Estamos en las primeras etapas de la sacudida. El problema es que algunas de estas empresas todavía tienen un poco de holgura para continuar operando, éstas no tienen los vencimientos de la deuda en 2020 y 2021. Por lo que van a intentar adelantarse y contar con que los precios del petróleo suban.
 
Hay más empresas en dificultades en el sector de la energía que en ningún otro, y que los bonos de energía sólo recientemente se están moviendo hacia el sector positivo, después de permanecer en territorio de pérdidas durante gran parte del año gracias al último mini-rally de precios del petróleo.
 
Michael Bradley, estratega de energía del banco de inversión y comercio Tudor, Pickering, Holt &Co, tiene la misma expectativa y expresa que el mercado ya no está recompensando a las compañías de energía con esquemas de expansión agresivos, actualmente prefiere en cambio ver las ganancias y el dinero devuelto a los accionistas.
 
Bradley estima que entre 30,000 millones de dólares y 40,000 millones de dólares de deuda del sector energía de alto rendimiento (bonos) están ahora en riesgo. Estas compañías no tienen más remedio que buscar protección contra la bancarrota y reestructurarse si esperan vivir para ver otro boom petrolero.
 
Una situación paradójica para los perforadores
 
Los perforadores de esquisto se enfrentan a una situación difícil debido a la naturaleza misma de su negocio. Los pozos jóvenes de esquisto declinan a velocidades notorias, y muchos de ellos agotan entre el 70% y el 75% de sus reservas en el primer año, lo que obliga a los perforadores a seguir perforando nuevos pozos para reemplazar el suministro perdido. Pero con la congelación de la deuda y los precios del petróleo todavía bajos, les resultará cada vez más difícil mantener la producción.
 
La proyección de Michael Bradley es que muchas compañías petroleras de mediana capitalización recurren a las fusiones para sobrevivir, lo cual lleva a un escenario estimado de 2,000 a 7,000 millones de dólares en acuerdos de fusiones y adquisiciones en los próximos dos años.
 
Sin embargo, estas no serán las habituales fusiones de borde dorado con jugosas primas, como ha demostrado la fusión entre WPX Energy y Felix Energy, el cual resultó en una inteligente y sobria fusión de US$ 2,500 millones que refleja el hecho de que los inversores se han vuelto muy exigentes y ácidos hacia el sector.
 
En otras palabras, la ola de consolidación que todo el mundo parece esperar se va a centrar en acuerdos inteligentes, de lo contrario no se realizarán.
 
Algunas consecuencias inesperadas
 
Esta ola de fusiones y bancarrota en algunos casos también significa que los actores independientes de gran capitalización como Concho Resources Inc. (NYSE: CXO) y Diamondback Energy Inc. (NASDAQ: FANG) muy probablemente vean crecer sus cuotas de mercado.
 
De igual modo, es muy posible también que la sacudida en curso deje a la industria en una situación mucho mejor, aunque no tanto para el consumidor, que tendrá que hacer frente a los precios más altos del petróleo gracias a los niveles más altos de disciplina de producción.