Afectados por los vertidos del complejo en el arroyo Muñeca aseguran que en octubre de 2017 técnicos de la planta les informaron que la obra no tenía laguna de tratamiento
FUENTE: EL DEBER

Demetrio Véliz es un pequeño ganadero de Bulo Bulo. El hombre asegura que no es parte del pacto de silencio que han hecho las autoridades del municipio de Entre Ríos y YPFB para ocultar el daño ambiental que causó el vertido de aguas con amoniaco desde la planta de urea, ubicada en esa localidad, sobre el arroyo Muñeca. El riachuelo pasa por su propiedad de 45 hectáreas en donde pastean sus 30 cabezas de ganado.

En los 32 años que lleva asentado en Bulo Bulo, sostiene que fue bendecido por las cristalinas aguas del afluente, que le proveían del líquido elemento para beber y peces para comer. “El agua era limpia hasta que entró a operar la planta”, afirma.

Este imponente complejo petroquímico fue inaugurado en septiembre de 2017. Un mes después, las transparentes aguas del arroyo se volvieron oscuras y los peces de los que disfrutaba murieron. “Cuando largaron el agua, todo quedó una hediondera”, asegura. SEGUIR LEYENDO...