La planeación del sector energético en Colombia es clave para que hoy no haya pánico, de Gobierno y gremios, por las consecuencias en el abastecimiento de energía tras un eventual retraso o inviabilidad del Proyecto Hidroeléctrico Ituango (Hidroituango).
Fuente: La Opinión Cúcuta
   
El pasado 28 de abril un túnel de desvío del Cauca se obstruyó generando el represamiento aguas arriba del proyecto. Tras intentos fallidos por abrirle paso al afluente, y con el agua tapando puentes y vías, EPM, dueña del proyecto, decidió inundar la casa de máquinas como medida temporal mientras termina la presa.
 
Sin embargo, antes de lo esperado, el plan falló y el agua en casa de máquinas comenzó a salir por algunas galerías (vías de tránsito) generando una creciente súbita aguas abajo y anegando cientos de familias en Puerto Valdivia y poblados aledaños. La situación desató la orden de evacuación preventiva para siete municipios.
 
No obstante, la incertidumbre de lo que pueda pasar con la obra, la hidroeléctrica más grande del país, y que comenzaría su generación en 2019, hace que, según analistas, se piense desde ya, en alternativas de generación energética.
 
Ángela Montoya, presidenta de la Asociación Colombiana de Generadores de Energía, Alcolgen, afirmó que con la curva alta de demanda, que es como si se prendiera en su totalidad el país (industria, comercio, sector residencial), y en el peor de los escenarios, es decir sin que entre la energía de Hidroituango a reforzar el sistema, la energía alcanzaría hasta 2022.
 
“Este sector se planea con mucha antelación. No es que se nos dañó la Central, entonces Colombia se apaga. Existe energía suficiente y la planeación del sistema funciona como un reloj suizo”, dijo.
 
Agregó que para tener una proyección más clara del futuro energético del país “se debe esperar para saber qué pasará con Hidroituango, si se puede reconstruir, cuánto demoraría, o si nunca se volverá a hacer”.
 
Excedentes se agotan
 
El más reciente informe mensual de variables de generación y del mercado eléctrico colombiano, de diciembre, elaborado por el Sistema interconectado Nacional, SIN, muestra que se generaron 5.670,7 gigavatios hora (GWh), y que esa cantidad de energía aumentó respecto al mes anterior (noviembre), 116,2 GWh.
 
Para Montoya, la cuentas de proyecciones que soportan la tranquilidad del Gobierno Nacional están sustentadas en que sin Hidroituango, para 2018, el país cuenta con un excedente de 7.000 GWh por día. Para 2019 es de 5.000 y 2020, de 3.000. “Si no entra Ituango, el excedente va disminuyendo. Tenemos el tiempo para mirar qué pasa si no funciona el proyecto”, comentó.
 
Aclaró que 2.400 megavatios, lo que se espera generará el proyecto Hidroeléctrico Ituango, son difíciles de remplazar, y por eso el Ministerio de Minas plantea en el decreto 570 una subasta para energía renovable y no convencional.
 
“Estamos preocupados, abatidos. La emergencia nunca debió pasar, pero respaldamos a EPM, una empresa que le ha prestado servicio al país, que ha mostrado su responsabilidad con una decisión valiente de inundar su casa de máquinas, el corazón, con equipos sin estrenar, sin embargo priorizó la vida, las comunidades”, precisó.
 
¿Fin de las hidroeléctricas?
 
Antes de la emergencia en Hidroituango, ya en el país se venía dando el debate sobre la pertinencia de construir más hidroeléctricas o apostarle a otro tipo de generación.
 
Daniel Romero, director de la Cámara de Grandes Consumidores de Energía y Gas, de la Andi, aseguró que Hidroituango es una central que necesita el país. “No sabemos de cuánto será el retraso, pero el sistema tiene una confiabilidad que se vería afectada y nos puede poner a ras, si se demora mucho el proyecto”, destaca.
 
Romero añadió que Colombia debe empezar a explorar planes b para no tener inconvenientes en suministro, garantizando el funcionamiento de las térmicas (generación con gas o carbón).
 
“Lo otro es que haya participación más activa de respuesta a la demanda en el mercado de confiabilidad, por ejemplo, industriales que tienen plantas de respaldo y que en el fenómeno de El Niño, la pusieron al servicio del sistema por beneficio económico, pero valdría la pena empezar a implementarlo desde ya, para que no sea solo en época de crisis”, enfatizó.
 
Las alternativas energéticas
 
Si bien, tras el suceso en Ituango se escuchan voces que piden desestimar la generación hidroeléctrica y dar un salto hacia la producción energética solar y eólica, Santiago Ortega, ingeniero y docente de la Escuela de Ingeniería de Antioquia, cree que en Colombia la industria hidroeléctrica es madura (más de 150 años) y funciona bien.
 
“En las hidroeléctricas se mezclan caudal, montañas y buena geología, y en Colombia los tenemos, principalmente en la región Andina con la cordillera y la lluvia que resulta en ríos grandes con caídas importantes”, acota.
 
Ortega justificó el crecimiento y experticia en el tema hidroeléctrico, en que no se cuenta en Colombia con el potencial de países como Dinamarca, con mucho viento; California, con sol, o Islandia donde hay volcanes y la energía geotérmica es importante.
 
Pero, si bien reitera la potencia hidroeléctrica que es el territorio nacional, el académico aseveró que la expansión energética del país está en las pequeñas centrales, que hay en todas partes, y aprovechan el recurso natural con un impacto ambiental menor.
 
“Ituango era, probablemente, la última gran central que se construiría en Colombia y creo que después de lo que pasó, no solo lo ambiental, sino en lo social, será difícil hacer grandes hidroeléctricas nuevas. No quiere decir que no se puedan construir, pero será más complejo”.
 
El camino entonces, coinciden Ortega y Romero, es ampliar el abanico de proyectos de plantas eólicas y solares, para que se complemente con la oferta amplia de las hidroeléctricas que generan el 70 por ciento de la energía en el país.
 
Para el experto en hidroeléctricas, Jaime Carrasco Correa, en la producción de otras alternativas energéticas, falta mucho por recorrer.
 
La capacidad que da una planta de generación eólica o fotovoltájica (solar) no es tan grande como la hidroeléctrica. En las dos el kilovatio puede ser mucho más costoso, tres o cuatro veces, que el de la energía hidráulica, es decir, tendríamos que pagar más”, concluyó el experto.